"Desayunar café, tostada y el Diario es un rito en Cádiz"

Los hermanos Tino y Julio Díaz, de la Primera de Comillas, son herederos de una de las suscripciones más antiguas de Diario de Cádiz

Julio y Tino ante su ejemplar diario y un recibo antiguo de suscripción.
Julio y Tino ante su ejemplar diario y un recibo antiguo de suscripción. / Bernardo Sancho
P. Ingelmo

16 de junio 2017 - 06:00

El documento es una pequeña joya que los hermanos Tino y Julio Díaz, que regentan un tradicional bar, La Primera, en la esquina de Marqués de Comillas con Bendición de Dios, guardan con esmero. Se trata de un recibo de suscripción a Diario de Cádiz fechado en 1957. Ahí se puede ver el sello del periódico: "Calle Ceballos (antes Bomba). Diario político". Este recibo es de l957, pero ellos sospechan de que la suscripción tiene que ser muy anterior. De hecho, "nosotros hemos crecido con el Diario, siempre ha estado en casa. Lo leíamos de niños extendiéndolo sobre la mesa porque claro, para un niño no era manejable. Yo me recuerdo leyendo los Deportes y que hubo un tiempo que para que fuera más fácil de manejar lo grapábamos", dice Julio.

La historia de este establecimiento se remonta, como pone en su entrada, a 1914, pero la familia Díaz empezó a llevarlo diez años después. El abuelo Constantino lo alquiló. Había llegado unos años antes, como tantos, desde Carmona, en Cantabria, montañés huyendo de la miseria. Y entonces a Cádiz se venía para huir de la miseria. El abuelo trabajó primero en un bar junto al muelle que se llamaba Aguaducho y luego pasó a otro en la calle Real de San Fernando. Ahorró lo suficiente para poder regentar su propio bar, primero en lo que hoy es Rivadavia y luego éste, al que bautizó primero como Nuevo Retiro y después como La tienda del Tranvía. "El tranvía daba en este punto la vuelta. La empresa del tranvía le regaló un reloj de pared a mi abuelo porque el tranviario debía de ser un poco despistado y, de este modo, no se le iba la hora de salida".

Lo de La Primera vino después. Como muchos otros bares de Cádiz, lo de la Primera venía como identificación para los cobros como 'la primera tienda' (de vinos) de la calle. En algún momento, el Diario de Cádiz, como en casi todos los bares de Cádiz, el Diario empezó a formar parte del establecimiento, algo que se ha mantenido hasta nuestros días. "Desayunar el café, la tostada y el Diario es un rito en Cádiz", dice Tino, que se sumó al negocio con 13 años, cuando su padre falleció, en el año 80. "Mi madre Leonor tuvo que hacerse con las riendas del negocio y se convirtió en el santo y seña de este bar y nosotros, muy jovencitos, echábamos una mano".

Por entonces, la presencia física del Diario dinamizaba el barrio, ya que el bar está a unos cientos de metros de lo que fue durante décadas la sede, en la calle Ceballos. "El Mentidero notó mucho el cambio de sede del Diario. Era una empresa con cien trabajadores. De algún modo, el Diario le daba su propia característica al barrio, lo vertebraba por ser una empresa tan singular y había un orgullo de ello. También se fueron los cuarteles y, con los recortes, algunos servicios públicos, como la USMI. Ahora pues ni necesariamente mejor ni peor, pero el Mentidero es otra cosa".

Siguen siendo fieles seguidores del Diario, al igual que su clientela, que, según entran, lo que piden es un vaso de agua y la prensa. Ninguno de los dos hermanos miran en Internet el Diario: "Yo estoy acostumbrado al papel y en el digital me pierdo. En el papel está todo mucho más ordenado, es más fácil de leer. No me figuro La Primera de la Alameda sin su Diario de papel".

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