Decorar con recuerdos

De andar por casa

El propietario ha mezclado un espacio actual, como es su propia vivienda, con una decoración decimonónica con múltiples recuerdos familiares

Salón. En su mayoría muebles, porcelanas, cuadros y recuerdos familiares del siglo XIX, ornamentan la estancia principal de la casa.
Salón. En su mayoría muebles, porcelanas, cuadros y recuerdos familiares del siglo XIX, ornamentan la estancia principal de la casa. / Julio González
Ignacio Casas De Ciria

Cádiz, 30 de enero 2022 - 06:02

La vivienda que hoy recorremos se encuentra ubicada en el Paseo Marítimo de Cádiz. Su propietario, José Antonio Barrio Tato, ha creado en una vivienda de finales del siglo XX una atmósfera decimonónica, decorándola con recuerdos familiares. Tanto la mayoría de su mobiliario, como porcelanas y cuadros que lo ornamentan, pertenece al siglo XIX. La casa tiene una superficie de 130 metros cuadrados que se hallan repartidos, en una amplia entrada, salón, comedor, un despacho, tres dormitorios, dos baños y una cocina, siendo la protagonista de las estancias una amplia terraza.

La entrada está compuesta por un gran recibidor, cuyo protagonista es una pintura de la Virgen del Carmen de principio del XIX, así como un amplio espejo dorado isabelino que da amplitud a todo el espacio. Entre sus objetos a destacar cuelga un original mueble juguetero filipino, sobre el cual se apoya una colección de chinos de porcelanas. En una de sus esquinas se ubica una vitrina con recuerdos y objetos decorativos familiares como abanicos, rosarios, gemelos etcétera. El salón es la estancia principal de la casa, que comunica con la gran terraza desde donde se puede ver el mar. Lo preside un tapiz también del siglo XIX , acompañado de una pareja de pinturas religiosa de los siglos XVIII y XIX. Entre los muebles que se utilizan en esta estancia destaca una cómoda de cedro sobre la que se apoya un juego de té de Satsuma. Una araña de cristal de final del XIX ilumina todo el espacio descrito. Una de sus paredes la decora un bonito un reloj alfonsino.

Entrada.  Un espejo isabelino dorado preside el espacio junto a una consola isabelina de madera de caoba y mármol.
Entrada. Un espejo isabelino dorado preside el espacio junto a una consola isabelina de madera de caoba y mármol. / Julio González

En otra parte del salón se ha creado un pequeño ambiente separado del resto, utilizando para ello, una consola de madera y mármol junto a otra vitrina que custodia diferentes objetos decorativos. En la pared de esta zona se ubica un mosaico de cerámica, que representa el Gran Poder de Sevilla, de la firma Santa Ana.

En el comedor, predomina el estilo isabelino, que se refleja en su mesa y sillas. Le acompaña un aparador de caoba del siglo antepasado. Entre sus muebles auxiliares, se ha utilizado un antiguo entredós de madera y nogal sobre el que se apoya una pareja de jarrones de satsuma y una bonita escultura francesa de porcelana.

En las paredes del pasillo que comunica las diferentes estancias cuelga una colección de cromos de las cajas de cerillas de principio de siglo XX, así como un conjunto de sables antiguos.

Una de las habitaciones de la casa recoge una talla de San Ignacio del XIX, procedente de una casa de la familia del propietario de Barcelona. La imagen se encuentra custodiada dentro de una capillita de caoba isabelina apoyada sobre una cómoda isabelina de caoba. En el fondo de este espacio se ha colocado un repostero , junto a una pareja de ángeles.

En otro de los laterales de la habitación se ubican dos jamugas (Silla de tijera, con patas curvas y correones para apoyar espalda y brazos) antiguas y un antiguo arcón de pino Flandes. Dos retratos de los bisabuelos del propietario, José Anglada y Higinia de la Torre cuelgan en la pared de esta estancia.

El despacho es la zona más funcional de la casa. Entre los elementos decorativos, se encuentra un aparador modernista y una consola de principio del siglo pasado sobre la que se apoya una talla de la Virgen del Carmen.

Detalle. Talla de San Ignacio del siglo XIX, dentro de una capillita isabelina, todo apoyado sobre una cómoda del mismo periodo.
Detalle. Talla de San Ignacio del siglo XIX, dentro de una capillita isabelina, todo apoyado sobre una cómoda del mismo periodo. / Julio González

El dormitorio de invitados de la casa lo preside una bonita cama de metal de principio del siglo pasado, acompañada por un tocador modernista. Otra de las piezas decorativa de esta estancia es un sillón. también modernista, procedente de un antiguo estrado familiar.

Finalmente pasamos al dormitorio principal de la vivienda, que la ornamenta una cama de bronce de los años 20 del siglo pasado junto una pareja de apliques de barco procedente de un desguace. Una de sus esquinas la decora una bonita lámpara modernista que ennoblece una de sus mesas.

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