I Premio Federico Joly | Anne Hidalgo

"En Cataluña se está estropeando algo con muy malas razones"

  • La alcaldesa considera la situación "muy peligrosa", no ve a Cataluña fuera de España y abomina del argumento de una "región rica que no quiere pagar por los otros"

Anne Hidalgo, la alcaldesa de Paris nacida en San Fernando, en una fotografía reciente.

Anne Hidalgo, la alcaldesa de Paris nacida en San Fernando, en una fotografía reciente. / afp

Diario de Cádiz entrega mañana a la alcaldesa de París, Anne Hidalgo, el I Premio Federico Joly, instituido para conmemorar el 150 aniversario de la fundación del periódico. El jurado del galardón estuvo presidido por José Pedro Pérez-Llorca, y de él formaron parte Hernán Cortés, José Antonio Carrizosa y David Fernández. El fallo resaltó la trayectoria personal de Anne Hidalgo, que la ha convertido en una gaditana universal.

Anne Hidalgo, la alcaldesa de París, ha vuelto a Cádiz, como acostumbra a hacer de forma periódica para ver a sus padres, residentes en Chiclana. Pero esta vez tiene un motivo especial: mañana recibirá el Primer Premio Federico Joly, Hidalgo ha pasado el fin de semana con su familia, sobre todo descansando, porque está "molía". Atiende al Diario por teléfono.

-Ha llegado usted a España en un momento complicado.

-¡Sííí, pero complicado! Es algo muy preocupante. Yo no soy independentista y pienso que Cataluña forma parte de España. Pero cuando se está tan bloqueado, hay necesidad de diálogo; no de mediación ¿eh?, porque hay gente que lo estaba intentando y para mí eso no es posible. La solución se tiene que encontrar entre españoles, y los catalanes son españoles, y se tiene que encontrar en el Congreso, donde todo esto se tiene que discutir. Es un dolor que se esté planteando esta independencia que no está dentro de un marco de derecho constitucional, y que también da ocasión a una violencia un poco incomprensible. Yo no veo a Cataluña fuera de España. En un momento en que está Europa en crisis, que se está deseando que Europa sea más fuerte, hoy no se puede ir por un camino que sea el de dividir todavía más a los países. Se puede comprender que el pueblo quiera tener más oportunidades, pero hay un aspecto en este caso que a mí me sienta muy mal, cuando se dice que Cataluña es una región rica y no tiene que pagar por los otros.

-Como española y francesa a la vez, ¿qué sentimientos personales le produce este conflicto?

-Pues ese: que se está estropeando algo sin razón ninguna, o con malas o muy malas razones. En este momento hay que pensar no en los caminos de la división, del separatismo, sino el de una unidad de España, donde se reconozcan, claro, la lengua, la cultura... todo dentro de un marco de derecho. Pero así planteado es algo que me parece a mí muy, muy peligroso, porque esto no tiene salida. Cataluña sin España no tiene ninguna fuerza tampoco, incluso en materia económica. De verdad, es muy peligroso lo que está pasando ahora, como si no estuviera bajo control de nadie. ¿Y para qué? En un momento tan difícil en el que está el mundo, con desafíos tan tremendos, como el cambio climático, la pobreza, la desigualdad, plantear el separatismo ¿en qué va a permitir a los catalanes y los españoles vivir mejor, cuando toda la historia de Cataluña está ligada a España?

-A usted le pidieron en un determinado momento que mediara en el conflicto.

-Bueno, eso vino de Francia, por unos intelectuales, que se lo propusieron también a Manuel Valls. Y claro que dije que no. La mediación se hace entre países que necesitan a la ONU, por ejemplo. Y para mí, la cosa es muy clara: Cataluña es parte de España, y no hay mediación que valga, no tiene ningún sentido.

-Hace tres años la entrevisté en París, recién llegada a su cargo y llena de ilusión. Tras los golpes del terrorismo ¿esa ilusión de principiante ha quedado tocada?

-¡No, no! Guardo esa ilusión y todavía más, porque es verdad que fueron momentos horrorosos los de esos ataques en dos momentos, enero y noviembre 2015, que se te muere delante de los ojos la juventud, gente de una cultura muy abierta, muy generosa, y se mueren allí, porque era esa cultura lo que querían atacar los terroristas. Pero cuando ves cómo la ciudad reacciona y se levanta, sale la gente a las calles, no sólo para manifestarse sino para vivir, todo eso te da un sentido aún más fuerte de pertenencia a esta ciudad. Esta ciudad es como una persona viva, es como un personaje. Así que la ilusión es todavía más grande. Tengo una suerte increíble de ser en estos momentos la alcaldesa de esta ciudad. En todo caso, esto le ha dado a los parisinos una manera nueva de sentirse unidos.

-También en tres años ha cambiado que entonces su partido, el Socialista, gobernaba Francia y era el primero...

-Y ahora es el último ¿no? Sí, la situación política ahora es como si hubiese habido un terremoto. Porque los dos partidos grandes, de la izquierda y la derecha han tenido resultados muy bajos, han perdido mucho y ha surgido un nuevo partido con un nuevo presidente, una nueva situación. Bueno, como yo digo muchas veces a nuestro equipo, es verdad que esto no es muy confortable, pero ¿alguna vez hemos tenido algo confortable en nuestra vida política? Así que hay que ser muy creativo para manejar este universo político que está completamente transformado, pero yo tengo confianza en algo: la socialdemocracia y su modelo tienen porvenir.

-¿Con qué herramientas para salir adelante?

-Bueno, la gente quiere que los políticos se comprometan a cumplir sus promesas. Los políticos tienen que ver el largo plazo y no solamente el día de mañana, con una vista más larga. Por eso, por ejemplo el cambio climático para mí es algo fundamental. Más que la situación política que ha cambiado en Francia lo que tiene hoy que llevarnos a pensar y actuar de otra manera es el cambio climático, un asunto que toca a todo, a la economía, a la democracia, la igualdad. Para la socialdemocracia, si lo integra en sus programas como uno de los temas principales, ahí hay para ella en Francia, (y en España con Pedro Sánchez, con Antonio Costa en Portugal) lo que se llama en Francia un boulevard, un camino muy amplio. O sea que yo guardo esa misma ilusión.

-De hecho, a usted se la ha considerado la última esperanza del socialismo francés, al menos en estos momentos...

-¡Sí, porque ya no quedamos muchos, ja ja! No, no, sin bromas, quedan otros. Hay uno que a mí me gusta mucho, que hablo mucho con él, que es Bernard Cazeneuve, que fue el último primer ministro de François Hollande, y también ministro de Interior, que hace un análisis muy interesante de lo que está pasando en Europa. Hay gente que está intentando tener una propuesta moderna, que integre mucho más los temas ecológicos. Hay gente trabajando para todo esto. Pero, de verdad que yo le dije a los compañeros que no quiero dirigir el partido, yo quiero ayudar al partido. Me quedaré, como lo he hecho a pesar de todo, pero no quiero dirigirlo. Quiero quedarme en donde tengo que estar. Soy alcaldesa de París, y un alcalde no es un jefe de partido, eso no puede ser. Un alcalde trabaja para toda la ciudadanía. Pero donde yo estoy también puedo ayudar a mi partido y a las fuerzas socialdemócratas y ecológicas de mi país.

-¿Siente que se está quedando sola, que son ya muy pocos los socialistas?

-No, no, tampoco es eso. Y tampoco se ve eso en las encuestas que se hacen hoy en Francia. Mire, yo voté por Macron en la segunda vuelta. Mucha gente pensó que acaso tenía razón con que ya no valían los modelos de izquierda y derecha... pero ya se está viendo, tras los primeros meses de esta presidencia que la cosa no es tan sencilla. Que Macron sí tiene un pensamiento más de igualdad, pero por otro lado bastante liberal con los mercados . Y la diferencia entre izquierda y derecha está reapareciendo, aunque todos queramos que salga nuestro país adelante, y que seamos capaces de hacerlo unidos. Una de las razones por las que triunfó Macron fue que la gente estaba harta de debates tan agresivos que las ideas ya no se escuchaban. Así que en los nuevos debates no debemos combatir como animales, porque la democracia es el combate político con las ideas y las palabras... Eso es muy saludable para la democracia, La crispación, en cambio, es la muerte de la democracia. Y en eso los medios de comunicación tienen que ayudar. En el debate pacífico está el camino.

-Es normal que, en estas circunstancias, Cádiz sea un lugar de descanso para usted

-Ojú, ya lo creo. Pero bastante, porque he pasado... bueno, porque estos dos años también he estado en campaña para los Juegos Olímpicos, he dado la vuelta al mundo... han sido tres años de un trabajo intenso y sobre todo en momentos como este tan inestable para la democracia, en los que hay que estar muy atentos, muy pendientes de los ciudadanos, pero también inventar algo y todo esto muy duro, pero a mí me gusta. Si no me gustara no lo soportaría. De vez en cuando, que pueda descansar un poquito me viene bien.

-¿A qué dedica estas horas en Cádiz?

-Pues sobre todo a estar con mis padres, dos personas tan fuertes... que me lo dieron todo. Así que aprovecho para pasar tiempo con ellos y a la vez estoy un poco fuera del ajetreo diario. Y a mirar y disfrutar la luz de Cádiz, porque ahora cuando vuelva a París comenzarán los meses grises parisinos, que al cabo de unas cuantas semanas ya te pesa un poco. De modo que ya he tomado mi dosis de sol contra eso.

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