Si Concasa logra clientela para la nueva terminal o bien consigue otro terminalista que traiga ya consigo su propia carga, Cádiz volvería a tener la botella medio llena. Tanto, que si la empresa gaditana de contenedores sigue en Cádiz, lo siguiente sería hacerse con la totalidad de los 220.000 metros cuadrados para poder desarrollar el “pelotazo” con el que aún sueñan sus gestores.

Lo peor es que si no es así, la botella se torna en medio vacía y Concasa dejaría Cádiz. Esto significaría que la nueva terminal quedaría huérfana de terminalista y atraería la mirada de Bruselas, ya que la subvención llegada desde la UE tendría que devolverse. Y se habla de algomenos de 200 millones de euros que dejarían en la quiebra técnica al puerto gaditano.

Cabe recordar que después de grandes fiascos urbanísticos como el aeropuerto de Castellón, la Unión Europea mira con lupa los proyectos que subvenciona y les sigue el rastro hasta no comprobar que el dinero de los europeos se usa para el fin predeterminado.

La marcha de Concasa, que ya tiene en proyecto abrir una terminal en Alicante, (que no sería incompatible con seguir en Cádiz, ya que atiende a tráficos con un ámbito geográfico muy distinto) pondría en serio aprieto a las arcas portuarias ahora gestionadas por Teófila Martínez.

A pesar de todo, ahora toca mostrarse optimistas y pensar que Concasa encuentrará un compañero de viaje, lo que significaría un importante espaldarazo para el futuro del puerto de Cádiz.

Con una terminal de contenedores a pleno rendimiento, unas brillantes cifras de cruceros como las que ahora se manejan y lograr que en marzo Cádiz renueve el título de puerto de referencia en los tráficos entre la Península y Canarias, el puerto de Cádiz podría tirar para adelante. Esto no será posible sin una apuesta seria no sólo de Concasa, sino también, por supuesto de la APBC, y del resto de empresarios portuarios.