IX Congreso Internacional de la Lengua Española
  • Ajena al contenido de las sesiones académicas, la ciudad se despierta con el orgullo, y haciendo cábalas, del impacto de estos primeros días del evento internacional

  • Ese idioma del que usted me habla

Cádiz cuenta el Congreso de la Lengua en su propio idioma

La puerta de la tienda de Petaca Chico con una de las palabras gaditanas. La puerta de la tienda de Petaca Chico con una de las palabras gaditanas.

La puerta de la tienda de Petaca Chico con una de las palabras gaditanas. / Julio González

“¿Me puedes conseguir una bolsa de esas?” Puede haber una en rojo. “No, no, lo suyo es en amarillo”. Tiene esta ciudad –supongo que como todas, nada especial– sus códigos, sus símbolos, incluso su propia gramática y, ¡por descontado!, su fonética que deriva en una serie de significantes cuyos significados trascienden a la primera lectura. El amarillo. El amarillo de la bolsa amarilla del IX Congreso Internacional de la Lengua. El amarillo. El amarillo de los carteles del diccionario gaditano que tiene balcones por estanterías. El amarillo. Hasta el tinte amarillo que cobra, por machacona, la imagen del Rey de España a lo Rubem Dantas, tiene para el gaditano otro significado adicional. Patria, quizás idean los publicistas que conjugan el amarillo con el rótulo del congreso en rojo. Patria grande, allí escriben; patria chica, aquí se lee. Cádiz, su color, sus palabras, y hasta Felipe VI en su Falla por todas las televisiones. “Si se habla de Cádiz, si está Cádiz, me vale”. La periferia, los márgenes, tenemos esas cosas...

“¿Tú has visto a Cádiz tantas veces en la tele como con lo del Rey? Pues ahí lo tienes”. “¿El Congreso de la Lengua? Lo de las palabras del habla de Cádiz, ¿no? Lo del Rey tocando el cajón, ¿eso, verdad?”. “¡Sí! Si con mi niño hemos hecho una cartulina para el colegio. Pásate por San Rafael, verás qué bonito ha quedado...”. “El Congreso, ¡qué arte lo del Rey!”. “Oye, ¿y eso tiene que ver con el concierto de Drexler?, ¿es gratis o dónde se compra las entradas?”. “Sí, por eso vinieron los Reyes... Pero todavía no veo yo mucha gente por las calles...” “¿Lo de la lengua? Mira, si trae gente que compre, que coma y que beba, pues bienvenido sea, lo traiga el Congreso o el Rey con el cajón”... Ali ali o...

Cádiz cuenta y hace la cuenta del Congreso en su propio idioma. Entre la oportunidad de ensanchar el orgullo identitario y la posibilidad de hacer de marzo un agosto. ¿Pero qué esperan de la vieja fenicia, tres siglos capeando maremotos y temporales de industrias en aguatapá? ¿Qué se le puede exigir a la Gades de Vassallo, con el brazo dormido de otear el horizonte, para verlas venir, eternamente? Cádiz, el de los comercios, el de los bares, el de los hoteles, pero también el de la Plaza y las plazoletas, pero también el de los juntaletras, los artistas y los servidores públicos –felices los que están en programación; un poco menos, los que no–hacen sus cábalas con el Congreso de la Lengua. ¿Cuánto nos va a dejar? ¿Qué nos va a dejar? ¿Qué puedo sacar?

Banderolas del Congreso Internacional de la Lengua en una céntrica calle de la ciudad. Banderolas del Congreso Internacional de la Lengua en una céntrica calle de la ciudad.

Banderolas del Congreso Internacional de la Lengua en una céntrica calle de la ciudad. / Julio González

Cádiz cuenta el Congreso en su idioma. El del ingenio y la necesidad (es lo mismo, en realidad). Y las palabras se le atragantan, porque le entra las del beri, cuando escucha aquello de, “es que no sabéis lo que tenéis...”

Pero Cádiz, la ciudad que sonríe, otrora lema, se ríe también para sus adentros. Sí que lo sabe, sí. Y espera el rédito. Que el Congreso se traduzca en terrazas, en taxis y en tiendas llenas. Por ahora, sólo hay cierto color... Amarillo flojito. Las bolsas amarillas de los congresistas se han dejado ver tímidamente en la escena callejera durante los dos primeros días de Congreso. El programa del primer día –Reyes de por medio– no daba lugar a mucha improvisación, y fue ayer martes cuando tuvo lugar la primera toma de contacto con la ciudad para muchos congresistas.

En la plaza de San Juan de Dios, vecina del Palacio de Congresos donde se celebran las sesiones plenarias, establecimientos como Destino han notado “algo” la hora del desayuno y “los almuerzos” estos días atrás, cuando la organización ha estado preparando el congreso y había ciertas presencias del precongreso. En la cervecería La Barra, por experiencia, esperan la noche. “Con otros congresos ocurre. Vienen ya la gente, con sus acreditaciones al cuello, que yo creo que se duchan con ellas, ya para la relajarse al final del día. Veremos a ver con el Congreso de la Lengua pero suele ser así”.

En San Francisco, la tienda de Petaca Chico (¡viva el thunnus thynnus en todas sus hechuras y elaboraciones!) hay quien ya ha picoteado “algún detalle que regalar de la tierra”; mientras que en La Suiza, donde los regalos no son para comer pero de merchandising gaditano te puedes hartar, “todavía no” han notado la presencia de congresistas, participantes inscritos y periodistas visitantes; los que también espera en Rosario la tienda de Calvichi´s, que hasta se han vestido para la ocasión, sacando a Lorca, a Quiñones y a Carlos Edmundo de Ory (en su forma Calvichi, por supuesto) al escaparate. No en vano, Iván Cano es filólogo.

Una imagen del escaparate de Calvichi´s con escritores como Lorca, Fernando Quiñones y Ory, como protagonistas. Una imagen del escaparate de Calvichi´s con escritores como Lorca, Fernando Quiñones y Ory, como protagonistas.

Una imagen del escaparate de Calvichi´s con escritores como Lorca, Fernando Quiñones y Ory, como protagonistas. / Julio González

A la espalda de la antigua Tabacalera, Plocia, calle de bares por excelencia, comienza a notar a los 250 congresistas y los cerca de 600 inscritos. “Pero tampoco es una locura. La cafetería está funcionando mejor pero el restaurante ayer, desde luego, no notamos nada pero entiendo que todavía no estaban por aquí”, detallan desde La Chancha y los 20, donde los visitantes argentinos se sentirán como en casa.

Eso sí, entre 15-20 establecimientos de la ciudad, varios de ellos de esta calle, han cerrado un acuerdo con la organización para que los congresistas hagan las cenas con menús cerrados expresamente para el evento. Bueno es.

Los taxistas no han tenido esa oportunidad y se quejan de que “nada más que vemos coches negros, venga coches negros”. Uber, dicen ellos; servicio de coches de alquiler con chófer, barajamos nosotros. El caso es que los taxistas no están contentos. “No, nada. Por ahora no hay más servicios, los de siempre”. “No le vemos color al Congreso en estos días”.

Color. Amarillo fuerte. Las banderolas saludan desde Nueva esperando convertirse en el camino de baldosas amarillas. El Congreso es Oz, una promesa, una esperanza. “A ver si esta tarde, a ver si mañana, hay más suerte... ¿Hasta qué día están?”

Dos invitados al Congreso toman café en la cafetería La Vaca Atada, en la calle Plocia. Dos invitados al Congreso toman café en la cafetería La Vaca Atada, en la calle Plocia.

Dos invitados al Congreso toman café en la cafetería La Vaca Atada, en la calle Plocia. / Julio González

Pero también está el gaditano que mira hacia arriba. A los balcones. La sonrisa coloniza toda la cara y, como quien choca los talones de unos tacones rojo rubí, musita se está mejor en casa que en ningún sitio. Su palabra por los cielos. Su palabra por la tierra. Balcones y escaparates. Fachadas de colegios y de residencias de ancianos. Los lienzos de la Plaza. Cádiz habla en su idioma, está orgullosa y lo escribe en los carteles.

La Asociación de la Prensa de Cádiz –que en Ancha dice muy grande Apoquinar– ha repartido de forma gratuita –producción de Zona Franca mediante– 250 lonas y 1.000 carteles con vocablos gaditanos. En el Mercado, el Ayuntamiento ha propiciado la exposición Palabra de Cádiz, con términos sacados del libro El habla de Cádiz, del profesor Pedro Payán Sotomayor. Y de la misma obra, la asociación de Vecinos Segunda Aguada ha llenado su barrio con carteles propios. También los colegios públicos, San Rafael, Santa Teresa, Carlos III... Cádiz habla, habla y habla para que el Congreso Intenacional de la Lengua la escuche. Cádiz habla para el mundo. Y disfruta parándose con el visitante para explicarle significado y etimología de sus palabras que se han convertido en protagonistas de su propio congreso.

“¡Riki (Rivera)! Enhorabuena, picha, qué pedazo de canción!”. Saluda Cádiz al gaditano autor del himno del Congreso de la Lengua que atiende a un medio de comunicación en la plaza Fragela. “Rozando las 100.000 visualizaciones estamos, habrá sido mi madre...”, contesta, rápido, el también premio Goya. Talento de Cádiz.

Cádiz quiere contarse en el Congreso de Cádiz, que no es de Cádiz, que es de Arequipa. Cádiz quizás no sabe que esta edición va de Mestizaje e interculturalidad. Es más, tampoco importa cuando las sesiones presenciales, como es natural, son para congresistas e inscritos. Pero Cádiz, tan fenicia, tan romana, tan mora, tan gitana y tan gachí, tan mestiza, mete, hasta la campanilla, su lengua afilada, impredecible, creativa allá donde hay un oído presto a escuchar cómo se cuenta, como ella sabe, relatando, interpretando los personajes, teatralizando la conversación. Y él le dijo... Y ella le dijo... Con algún embuste de por medio... Hasta que no le quites kilos al robalo, no apago yo el farol. Amarillo. Todavía conserva un poco de luz el que pescó Pericón. ¡Eh, estamos aquí! ¿Nos ves? Tenemos un Congreso, ¡mira qué bonita nuestra letra!

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