Gente de cádiz

"Cádiz es creadora de lenguaje, que además exportamos"

  • Pedro Payán Sotomayor publicó 'El habla de Cádiz' en 1983. Treinta años después se prepara la octava edición de un libro indispensable para entender un léxico tan particular

PEDRO Payán Sotomayor (Cádiz, 1937) es lingüista, una profesión que abrazó de manera tardía pero en la que ha cimentado después la popularidad que le ha llevado a ser conferenciante, pregonero de múltiples fiestas y un gadita que ejerce como tal sin ruborizarse. Y el profesor Pedro Payán es, sobre todo, el autor de El habla de Cádiz, un libro guía indispensable para entender el diferenciado léxico con el que los gaditanos se manejan entre sí convirtiendo en singular el lenguaje castellano.

-¿Cuántas conferencias habrá dado sobre El habla de Cádiz?

-Bueno, yo no sé, muchísimas, no soy capaz de dar un número porque han sido tantas; incluso he ido pasando a otros temas para ir variando y que comparto con mi mujer que a veces ilustra la conferencia cantando. Por ejemplo Cádiz en las coplas flamencas, donde yo hago un recorrido por las coplas flamencas en las que aparece Cádiz y los distintos sitios de la ciudad, y mi mujer canta lo que corresponde a cada momento. Hay otra sobre la copla en la que también mi mujer interpreta algunas canciones. Y otra que tengo, que la doy actualmente, es Cádiz en blanco y azul, donde hago una exaltación lírica de la ciudad situándola a través de citas de grandes personajes, sobre todo de los románticos que estuvieron por aquí, que describían a la ciudad con esos dos colores, el blanco y el azul. Pero todavía sigo dando la del habla de Cádiz, sobre todo me la piden en los colegios para los chiquillos.

-El libro fue todo un acontecimiento.

-Sí, curiosamente en este año 2013 se cumplen 30 años de su publicación, en 1983. Se presentó en julio, en el Casino Gaditano, y recuerdo que estaba presente el llorado y querido Fernando Quiñones que me vaticinó que iba a ser un éxito imparable, y que yo iría de viejecito con un bastón y El habla de Cádiz estaría todavía dando la lata, y en efecto así ha sido. Ahora, este mes, va a salir la octava edición, aunque hay que tener en cuenta que en medio ha habido una serie grande de reimpresiones. Ahora lo edita Quorum y antes la Fundación Municipal de Cultura, a través de la Cátedra Adolfo de Castro.

-¿Cada edición corregida y revisada?

-Cuando se trata de una edición nueva, no de una reimpresión, es de nueva planta, se incorporan términos, se corrigen cosas, y eso pasa ahora con la octava. Se sigue vendiendo, en Quorum me dicen que es la joya de ellos, el bestseller propio, yo diría que es el bestseller de Cádiz en conjunto, con el respeto a otros muchos libros que también están teniendo éxito.

-¿Y se esperaba esa repercusión?

-Yo no lo esperaba, para nada.

-Por más que Fernando Quiñones se lo vaticinara.

-No, yo no, es más, este libro antes de que lo cogiera la Cátedra Adolfo de Castro, intenté publicarlo con alguien de una administración, incluso me miraron regular: "Hombre, un estudio como éste, esto parece una tesina". Fíjate, aquel personaje no podría imaginarse nunca adonde iba a llegar el libro.

--¿Con tanto éxito, le ha dado entonces para vivir con El habla de Cádiz?

-No, no, qué va, no, no, ni mucho menos. Ten en cuenta que el autor es el que menos recibe de toda la cadena de edición, un 10%. De todas maneras, hombre, me sirve para alguna chuchería, pero yo vivo ahora de la pensión y antes de mi trabajo, evidentemente.

-¿De verdad que los gaditanos hablamos de una manera tan diferenciada?

-Totalmente. Mira, hay mucha gente de cierto fuste, entre ellos el querido Antonio Burgos, que dicen que Cádiz es una ciudad creadora de lenguaje, y es verdad. Creamos y, para colmo, tenemos las agrupaciones carnavalescas que respaldan su uso, y los términos permanecen vivos incluso en las nuevas generaciones. Hay términos que son arcaicos, que tuve dudas al principio si incluirlos porque apenas se usaban, pero que me lo pedían mucho los gaditanos mayores, el lenguaje también es evocación.

--¿Por ejemplo?

- Embarcar, embarcar la pelota... Me lo han pedido, y así se incluyen términos arcaicos porque satisfacen a mucha gente, sobre todo a los mayores, y porque tuvieron su uso en su momento. Hay términos que incluso yo no los conocía, y a través de algunas fuentes he ido descubriendo y estudiando. Tengo listas completas de más palabras, pero tengo que hacer una selección, estudiarlas, porque a lo mejor no son exclusivas de Cádiz, sino que como mínimo son de toda Andalucía.

-¿Y qué distingue al habla de Cádiz del resto, las palabras en sí, los giros....?

-No, no, no, se distingue en todos los niveles. En el nivel fonético, la pronunciación, desde luego, lo que pasa es que participamos de algunos rasgos con algunas zonas de Andalucía y con otras no. Por ejemplo, si hay zonas de Andalucía que son ceceantes, Cádiz, la capital, es seseante, con una ese muy curiosa, una ese predorsal que no es la ese apicoalveolar castellana que se pronuncia casi como un silbido, sino que aquí es una ese más relajada.

En cuanto a la gramática también, aunque hay rasgos que compartimos con los andaluces en general, por ejemplo a la hora de los pronombres, ahora que se está rehabilitando el vosotros, cuando curiosamente aquí en Cádiz como en toda Andalucía el equivalente es ustedes...

--¿Por qué decimos, por ejemplo, 'ustedes veis'?

-Es una forma gramatical curiosa de nuestra habla. Ustedes pierde ahí el tratamiento de cortesía, no es el plural de usted, ni mucho menos, es el equivalente al vosotros, el paradigma de los pronombres personales queda alterado, pero además arrastrado también a las formas verbales porque es el equivalente al vosotros. Y eso es genuino, es una de las variantes gramaticales.

Y luego naturalmente entramos en el léxico, y eso es perderse. Aparte de las que hemos creado, hay palabras que son normales en España y que adquieren otro significado. Hemos creado cursi o paraíso para referirse a la localidad alta de los teatros, que nace en el Oratorio; liberal también tiene aquí otra connotación y de aquí parte para toda España. Por eso Cádiz es creadora de lenguaje, de un lenguaje que además exportamos. Y hay palabras que ya estaban ahí, pero que adquieren otro valor.

En esta octava edición, por ejemplo, amplío la definición de poleá, que ya estaba contemplado en otras ediciones como el postre gaditano, pero lo que no había contemplado era el tratamiento: "Mira el poleá este". O el término caraja o carajera.

-Pero carajote es la mejor...

-Carajote es magnífica, igual que muy nuestra es bastinazo, que en principio nació como algo negativo, peyorativo, ahora se está convirtiendo en algo positivo.

--Pasa también con el insulto, que se convierte en alabanza: "el hijo puta, cómo juega al fútbol".

-Claro, o "el cabrón ese, no es bueno ni na". Ahora, eso va en la entonación, en cuanto tú le das una entonación verdaderamente injuriosa, la expresión es ya genuina, pero no si le das un deje cariñoso. Hay hasta anécdotas de eso fuera de Cádiz, con intervención de algún gaditano que ha tenido que aclarar la intención de la frase y ha tenido que poner paz.

-¿Usted es muy gadita, verdad?

-Yo sí, yo sí...

-Y defiende todas las tradiciones de Cádiz.

-Sí, totalmente. Yo he dado el pregón de Semana Santa en el 91 y el de Carnaval en el 93, que me parece que es un caso insólito. Y en el 93 hice doblete pregonando a la patrona, también he hecho el pregón de Navidad de los belenistas, el de la caballa en la Caleta, el de algunas cofradías, y fuera de Cádiz, también el de la Semana Santa de San Fernando, el de Chiclana, el del Carnaval en Cartagena, donde las murgas están imitando a las de Cádiz. Curiosamente, cuando hemos exportado el término murga, nosotros lo hemos hecho desaparecer sustituyéndolo por chirigota; en Tenerife, murga; en Montevideo, murga, en todas partes porque así era el nombre genuino en Cádiz.

-¿Pero es un gadita de Cádiz para dentro?

-No, yo tampoco estoy cerrado a la valoración de los demás, no me gusta tampoco ese cierre de Cortadura pa dentro. Hay gaditas que ni Puertatierra siquiera, aquello es Alemania, me dicen algunos.

-El Río Saja es ya una venta, vamos, como dice un compañero del Diario.

-Eso, es una venta y lo demás es carretera.... pero no, no me gusta ser tampoco un gadita reconcentrao. Hay mucha gente que yo conozco, y son buenos amigos, que el término gadita les produce un malestar enorme, no les gusta nada, y lo dicen claramente en sus artículos, en prensa, en la radio. Dicen que de gadita, nada; gaditano. Yo, como lingüista, el término está vigente, hay mucha gente que lo utiliza y está orgulloso de serlo. Para mí gadita es el gaditano que ejerce. Y puedo ser gaditano y no ejercer, y al revés, puede haber gente que no haya nacido aquí pero son más gaditas que los de aquí.

-Pero a veces también es bueno mirar más allá, ¿verdad?

- Sí, sí, yo no me cierro, no, no, hay que ver y valorar todo lo demás. Incluso cuando uno viaja, valora lo que ve, echa de menos algunas de las cosas de su tierra, y también se da cuenta de las cosas buenas que tenemos.

-¿Usted cree que al gaditano se le va la fuerza por la boca?

-Yo creo que sí, que a veces sí, y juego hay cosas que no... Por ejemplo, cosas muy sencillas, como las tradiciones, como pasa en el Corpus en el que mi mujer, que es mucho más tradicional que yo, estrena, y estrena completamente, porque recuerda sus años de infancia, y hay gente que le hablas del Corpus y te dicen que eso qué es, siendo gaditanos, cuando ha sido la fiesta principal de Cádiz, una de las grandes fiestas, y si me apura un poco incluso por encima del Carnaval, era el gran día de Cádiz, el Corpus.

-Pero entonces el Carnaval estaba prohibido...

-Sí, es verdad, no tenía tanta fuerza como ha llegado a tener ahora, y yo me alegro muchísimo, yo que he sido pregonero del Carnaval y defiendo el Carnaval, aunque matizaría algunas cosas dentro de las agrupaciones.

-Por ejemplo.

-Pues eludir los borderíos, otra expresión nuestra, borde y borderío, los borderíos que no vienen a cuento. Hay momentos que lo piden mucho, pero en otros si tú lo sustituyes incluso te da más risa, que es lo que hacía por ejemplo el bueno de Paco Alba, que por la rima parecía que iba a decir un taco, y de pronto te sorprendía con un corte, eso es magnífico, eso tiene gracia. Lo que pasa es que eso requiere ingenio y arte, y eso no lo tiene todo el mundo. Y hay muchas agrupaciones.

-El gaditano también es muy crítico, no sé si de boquilla.

- Yo creo que en eso también nos pasamos. Más que críticos, hay derrotistas, enseguida con un pero.

- Y el gaditano, además, sigue siendo considerado gracioso.

-Sí, pero es un término que me parece muy bien que no nos guste. Gracioso es un poco más allá, es el que se sienta en el centro y pide el aplauso, mientras que el gaditano es guasón, ingenioso. Hace años iba yo por la calle Valverde y un niño le iba dando la lata a su abuela, que le dijo: "Anda, niño, cállate, que pides más que el Domund". Eso es ingenio, sobre la marcha. Y eso es el gaditano, un ingenio, un guasón, que se ríe hasta de su propia sombra si hace falta, pero gracioso no, porque eso es como un cuentachiste, aunque hay algunos gaditanos que incluso actúan en la televisión contando chistes, y algunos incluso dando una imagen de que aquí no se trabaja, y damos una imagen no de tener paro, sino de no querer trabajar, y eso no tiene gracia ninguna porque además no es verdad.

-¿Y hay muchos gaditanos siesos, siesos maníos?

- Ah, hombre, claro que los hay, malages, otra expresión nuestra que es lo contrario del ange, que es lo que define la gracia, y lo contrario es el malage y éste desemboca en el sieso, y sieso manío es el colmo ya. Sí, sí, los hay, porque si no, no existiría el término, porque hay material.

-Como profesor no tiene usted pinta de haber suspendido a mucha gente.

-No, desde luego, me has descubierto. No, no, poco, poco, poco, eran ya los recalcitrantes, los que se empeñaban, los que han demostrado un poco de voluntad, de atención, haciendo los trabajos y han acudido a las clases, esos han tenido aprobado y más. Siempre con un mínimo, con un baremo, no podía aprobar a gente que después me iban a desprestigiar. Y ahora veo a antiguos alumnos y me tratan con afecto. Y me dicen piropitos.

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