El cambio en la denominación de una calle, plaza, avenida o glorieta no se limita a la obra que hay que hacer para retirar el rótulo antiguo por uno nuevo. Va mucho más allá, hasta el punto los vecinos que residan en estas vías van a tener que realizar algunas gestiones para ponerse al día, algunas incluso con un coste económico para sus bolsillos.

Ciertamente, será el Ayuntamiento, como responsable de este cambio, el que tendrá que asumir el trabajo de informar a distintas administraciones, especialmente Correos, de esta modificación, pero a la vez el ciudadano de turno tendrá que confirmar con las mismas que se ha informado de forma conveniente de la nueva denominación.

El vecino tendrá que acudir al Ayuntamiento para confirmar el cambio de dirección en todos los impuestos de las tasas e impuestos municipales, desde el IBI hasta la limpieza, a la vez que tendrá que acudir a las empresas de agua y electricidad. Los propietarios de locales comerciales y oficinas ubicadas en estas vías también tendrán que estar atentos a sus propios impuestos, como el IAE.

Junto a ello, habrá que actualizar el nombre de la calle en la Delegación Provincial de Hacienda y quienes tengan un vehículo, en la Jefatura Provincial de Tráfico, ya que podría extraviarse una hipotética multa si ésta va dirigida a la antigua dirección, lo que no exime de este pago.

También es necesario cambiar la tarjeta de la Seguridad Social, especialmente para evitar problemas a la hora de consultas médicas, y el DNI, aunque en este caso no llega a ser obligatorio.

En todas estas situaciones hay que acudir al Ayuntamiento para solicitar un certificado oficial que informe de este cambio en la denominación de la residencia afectada.

Si se es propietario de un piso o un local también hay que renovar la denominación en el Registro de la Propiedad. Si no se hace, podría complicarse una posible operación de venta.