De Cádiz al Plata en apenas doce días

Historias de Cádiz

En 1907 comenzaron los ‘viajes rápidos’ a Uruguay y Argentina por medio del vapor Alfonso XII l Intervención del marqués de Comillas en favor del puerto gaditano

Alfonso XII, buque de la Trasatlántica, que inició los 'viajes rápidos' al Plata
Alfonso XII, buque de la Trasatlántica, que inició los 'viajes rápidos' al Plata
José María Otero

29 de mayo 2022 - 06:00

La época dorada de los grandes viajes trasatlánticos coincidió con la primera década del siglo XX. Miles y miles de europeos cruzaron en esos años el Atlántico como emigrantes para buscar trabajo y fortuna en el continente americano.

Importantes navieras de todo el mundo se encargaron de esa masiva emigración. La Cunard, por ejemplo, llevó a infinidad de británicos y centroeuropeos hasta América del Norte. La naviera La Veloce transportó a miles de emigrantes italianos y la Compañía Trasatlántica embarcó en sus buques a numerosos españoles hacia Argentina y Uruguay, en el Río de la Plata.

Al mismo tiempo que se producía esa emigración, numerosos potentados americanos, tanto del Norte como del Sur, mostraron interés en viajar a Europa y conocer su cultura, costumbres y sus grandes capitales. Nació entonces una dura competencia entre las diferentes navieras para llevar a esos viajeros con la mayor comodidad y en el menor tiempo posible. Se trataba, en definitiva, de que esos turistas americanos pudieran llegar a Madrid, París, Roma o Viena en apenas quince días de viaje.

En España fue la Compañía Trasatlántica, del marqués de Comillas, la encargada de llevar a cabo esos ‘viajes rápidos’, como popularmente se llamaban entonces a estas navegaciones. Ofrecía el traslado a la península en el trasatlántico Alfonso XII, combinado con un tren especial a Madrid para enlazar en la capital de España con los grandes expresos europeos.

Como es natural, varios puertos de la península lucharon para ser el punto de salida y llegada de esos ‘viajes rápidos’. Diputados, senadores, empresarios y hasta el Gobierno presionaron al propietario de la Trasatlántica con ofertas de todo tipo, ya que la ciudad elegida se vería muy favorecida económicamente. Pero el marqués de Comillas volvió a al elegir Cádiz, ya que consideraba que nuestra ciudad era el puerto natural de llegada a la península de los barcos procedentes de América.

El Alfonso XII fue reformado para la ocasión por los obreros de nuestra bahía, resultando un verdadero palacio flotante de 146 metros de eslora y con una velocidad de crucero de 18 millas a la hora. La electricidad a bordo era suficiente, como decía la publicidad de la época, para alumbrar una ciudad de 30.000 habitantes. Comillas encargó para el mando de este buque a su capitán más prestigioso, Manuel Deschamps, ya convertido en héroe popular tras haber burlado en varias ocasiones el bloqueo yanqui a la isla de Cuba durante la guerra contra los Estados Unidos. Como sobrecargo figuraba el gaditano Jesús Meana, también con larga experiencia en la Trasatlántica. Al frente de las cocina estaba el gaditano de adopción Melquiades Brizuela, autor de varios libros de gastronomía y el más prestigioso cocinero español de la época.

La inauguración de este servicio marítimo tuvo lugar el 7 de abril de 1907. Infinidad de gaditanos acudieron al muelle para ver la salida del Alfonso XII, pudiendo embarcar todo el que quiso para conocer los camarotes y demás dependencias del buque. En Cádiz embarcaron hacia el Plata un total de 941 pasajeros.

Brizuela ofreció un espléndido almuerzo a las autoridades, invitados y pasajeros de primera clase, compuesto por ostras, huevos revueltos con tomate, navarín de ternera, pescado frito, chuletas de cerdo a la catalana, postres y quesos. Para la navegación hasta Argentina y Uruguay, Brizuela llevaba a bordo los siguientes animales vivos; 1.460 aves, 70 conejos, 30 cabritos, 14 novillos, 4 terneras y 6 carneros. Además llevaba 700 kilos de pescado y 500 kilos de atún en aceite de oliva.

En el viaje de vuelta, desde el Rio de la Plata, el Alfonso XII invirtió apenas doce días, con 953 pasajeros. Desde la prensa local se recordó a los gaditanos que estos ‘viajes rápidos’ suponían una importantísima ayuda al comercio local y que todos los gaditanos deberían dar toda clase de facilidades a los forasteros. Por si fuera poco, en el muelle fueron colocadas unas oficinas de información local con los precios aproximados de los productos y servicios que los pasajeros pudieran solicitar en Cádiz, para que no pudieran ser estafados.

La misma noche de la llegada del barco los pasajeros con destino a Madrid y París pudieron subir a un tren especial que los esperaba en la estación de ferrocarril y que haría el viaje a la capital de España en apenas 16 horas y cuarto y, además, podrían enlazar con el sud-expres rápido a París.

El cronista de Diario de Cádiz relata asombrado que este tren especial apenas a 500 metros de salir de nuestra estación ya llevaba “una velocidad de ráfaga, imprimiendo una trepidación temblorosa al terreno que pisaba”.

La decisión del marqués de Comillas de convertir a nuestra ciudad en el puerto de inicio y regreso de estos ‘viajes rápidos’ convirtió a Cádiz durante muchos años en la base principal del comercio con Argentina y Uruguay.

El Ayuntamiento de Cádiz en ese mismo año de 1907 acordó nombrar al II marqués de Comillas, Claudio López Bru, hijo adoptivo de la ciudad. El alcalde de Cádiz, Sebastián Martínez de Pinillos, pronunció un discurso reflejando los innumerables beneficios que Comillas había prestado a Cádiz, acordándose por unanimidad el nombramiento.

Curiosamente el marqués de Comillas ya era hijo adoptivo de Cádiz desde muchos años antes, en 1893, por la construcción de los astilleros, protección a los obreros y decisión de construir, en ese mismo año de 1893, tres grandes buques en Cádiz.

Comillas tal vez sea el caso único de haber sido nombrado dos veces hijo adoptivo de Cádiz.

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