“El Belén ideal sería el que no se tuviera que desmontar nunca”
Francisco José Morales | Presidente de la Asociación Gaditana de Belenistas
Nacido en El Pópulo, en la calle Silencio sobre el Teatro Romano hace 58 años. Este conductor jubilado aficionado desde muy joven a las manualidades lleva desde hace siete años como presidente de un colectivo que tiene casi tres décadas de historia.
–¿De dónde le viene su pasión por el belenismo?
–A mí desde siempre se me dieron bien las manualidades. Un buen día mi hijo, cámara de Onda Cádiz, visitó la sede de la Asociación Gaditana de Belenistas para un reportaje. Le gustó lo que vio y decidió inscribirme como socio. En casa había hecho belenes, pero nunca me planteé pertenecer a la asociación ni abrir mis nacimientos al público. Llevo 14 años ya en la asociación.
-Habrá quien crea que los belenistas solo trabajan en diciembre.
–Nos hacemos más visibles ahora, pero en cuanto acaba la campaña de Navidad tenemos ya una reunión para proponer quién hará el Belén de la asociación del próximo año. A finales de febrero o principios de marzo empezamos a trabajar. Asimismo, vamos estudiando ya el Belén que hacemos para la Fundación Cajasol. Nos dividimos en dos grupos, uno para el nuestro y el otro, más amplio, para el de Cajasol.
-¿Cuántas personas integran la asociación?
–Somos poco más de 100, aunque no todo el mundo colabora trabajando. Hay muchos, importantes por lo que aportan, que solo pagan la cuota, que no es poco. El trabajo en sí lo hacemos unos 20.
-¿En qué estado se encuentra el belenismo en la ciudad?
–Hay muchas personas que no participan en el concurso oficial. Abrir la casa de uno al público siempre es difícil. Pero hay mucha afición todavía. Sí ha bajado el número de cofradías que montan belenes. Son pocas, la verdad. Hemos intentado hacer cursos con las hermandades. Claro, los veteranos, los que montaban los belenes, se van retirando y los jóvenes no están tanto por la labor. Eso nos está costando.
-Les preocupa la falta de relevo?
–Mucho. Cada vez hay menos gente joven interesada en los belenes. Hemos propuesto a algunos colegios hacer cursillos, pero los chavales tienen demasiadas actividades extraescolares como para meterles más.
-También ha bajado el número de entidades participantes.
–Pues sí. Pero ha sido en general. En la provincia ha ocurrido lo mismo. Lo sé porque nosotros somos jurados en otros municipios lo mismo que aquí son jurados belenistas de otros lugares. Lo hacemos así para que no haya suspicacias.
-Pero ustedes no compiten.
–Nunca. En nuestra sede tenemos colgado un cuadro con un escrito que dice que tenemos por norma desde nuestra fundación no participar en ningún concurso, ya que nuestro lema es compartir y no competir.
-No deja de ser un arte que no da satisfacciones monetarias. Hay que tener mucha afición, ¿no?
–Absolutamente. Esto nos cuesta el dinero. Los materiales son caros. Pero sarna con gusto no pica.
-¿Y cómo se mantiene una asociación como la vuestra?
–Es complicado. Con las cuotas de los socios no llegamos ni al 50 por ciento de los gastos, sobre todo alquiler, agua, teléfono y luz. Hacemos sorteos, vendemos lotería de Navidad y durante el año hacemos complementos que vendemos aquí en la asociación para los nacimientos. En los últimos años nos estamos salvando por la aportación de Cajasol, que para nosotros es muy importante.
-Se supone que tienen ustedes un buen patrimonio.
–Lo tenemos. Sobre todo de figuras. Son 28 años ya. La mayoría de las figuras no se repiten de un año para otro. Se guardan las figuras pero se destruyen las construcciones. No tenemos sitio. El salón que tenemos ahora abierto al público para exponer los dioramas es el taller. En otros sitios de la provincia tienen espacio suficiente para guardar los belenes completos. Eso te da pie a que venga mucha gente de todos sitios a visitarte.
-Entramos en la necesidad de tener un mayor espacio, después de que el Ayuntamiento les desalojara del Centro de Artes Escénicas de Arbolí.
–Es lo que demandamos al Ayuntamiento. Afortunadamente en el último pleno municipal se ha aprobado colaborar con nuestra asociación. El aula de Arbolí, como taller y lugar de almacenamiento, nos lo cedió el equipo de Gobierno del PP. Es verdad que no hubo nada firmado. Entonces, cuando llegó el nuevo gobierno nos quitó el espacio. Desde entonces tenemos más problemas. Nos haría falta un sitio para poder trabajar y almacenar sin estrecheces. Al menos que no tuviésemos que pagar alquiler.
-Ahora hay mejor sintonía con el gobierno local, parece.
–La verdad es que sí. La concejala de Cultura y Fiestas, Lola Cazalilla, es licenciada en Historia del Arte, y lo ve desde otro punto de vista. No lo ve solo como algo meramente religioso, y sí como una tradición cultural.
-Evidentemente es algo cultural y tradicional, pero no se debe olvidar el componente religioso.
–No, por supuesto. Es lo principal. Pero tampoco se puede ver cómo lo veían antes en el Ayuntamiento, como si viniéramos todos los días a rezar. Somos creyentes, claro está. Y sin la fe esto no tendría sentido. Pero preservar las tradiciones es muy importante. Y creo que así lo ha entendido el Ayuntamiento. Además, hemos hablado para recuperar el Belén municipal, que no se monta hace tres años. En el Ayuntamiento ponen un portal a la entrada del salón de plenos, por lo tanto no creo que sea un problema de rechazo a la religión.
-¿Cuánto puede costar un Belén como el que ha montado la asociación en su sede?
–Entre 12.000 y 14.000 euros. Y en el de Cajasol solamente en figuras hay más de 12.000 euros. Las figuras son nuestras. A eso hay que sumar cientos de horas.
-Para montar un Belén no basta con ser un manitas. Hay que conocer los evangelios, la historia, la geografía y hasta el clima de aquella época, ¿no?
–Por supuesto. Todo está estudiado. Nos asesoramos con gente de Iglesia.
-En plan doméstico abusamos de la nieve en los belenes. ¿Eran tan crudos los inviernos en Belén?
–Sí que nevaba. El invierno en aquella zona es muy frío. No es descabellado poner nieve. Pero nosotros en 28 años habremos hecho solo un par de belenes nevados.
-¿Y eso?
–No se estila. Y además es complicado hacer nieve artificial y que sea lo más real posible. Aunque lo más difícil en un Belén es el agua. Trabajamos con materiales como la escayola que se deterioran si se mojan o con cables que no se pueden mojar.
-Los hechos que se celebran en estas fechas son archiconocidos desde hace más de 2.000 años. Sus estampas, más que trilladas. ¿Es difícil ser original con un Belén?
–Es difícil sorprender, es cierto. Pero tenemos mucha experiencia y en la asociación hay muy buenos belenistas. Cada año hacemos algo completamente diferente a lo que hicimos el año anterior. Tratamos de sorprender aunque sea con un mínimo cambio. Puedo decirle que todos los años el día de la inauguración y la bendición el público se sorprende. Aquí decimos que no vamos a ser los mejores haciendo un Belén, pero sí tenemos que estar entre los mejores.
-¿Da pena recogerlo todo después de Navidad?
–Sí que da pena. Nosotros, sin embargo, dejamos nuestro Belén montado un mes o mes y medio. Los dioramas los dejamos montados y los tapamos.
-El belenismo como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Ahí andan ustedes.
–Efectivamente. También se aprobó en el Pleno municipal por unanimidad instar a la Unesco a que nos conceda ese privilegio a los belenistas del mundo. Es un frente común. Estamos en sintonía y pertenecemos a todas las federaciones de belenistas: la gaditana, la andaluza y la española. En 2023 habrá un encuentro internacional de belenistas en Sevilla, con participación de Cádiz. Eso moverá a mucha gente con hoteles ya contratados y visitas a otros municipios.
-¿Cuál sería para usted el Belén ideal?
–El que no se tuviera que desmontar. Es una pena deshacerse de un trabajo tan minucioso después de Navidad. Hay belenes con mil piedras, una a una.
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