usos urbanos

Bandejas, coches y peatones en Cádiz: más allá del enfrentamiento

  • En la capital gaditana “no se han realizado cambios de peatonalización significativos”, señalan en La Zancada

  • Desde el colectivo "entienden el planteamiento de los hosteleros" en Candelaria y plantean una solución

El espacio que ocupan las terrazas en Candelaria se ha reestructurado recientemente.

El espacio que ocupan las terrazas en Candelaria se ha reestructurado recientemente. / Jesús Marín

Desde La Zancada, Antonio Luna opina que las calles y plazas de la capital gaditana están “comprometidas. No existe una planificación de uso ni un intento de equilibrar o buscar una solución apta para todos, en la que prime el uso publico”. Se vende la peatonalización, “pero no se han realizado cambios significativos: el casco histórico sigue siendo perfectamente penetrable por los vehículos. Se funciona a demanda de si alguien quiere acceso, por ejemplo, lo que ha ocurrido con Argüelles, con lo cual, cualquiera puede pasar”.

Otro ejemplo es del Paseo Marítimo: “En principio, ganar espacio semipeatonal es genial: pero una cosa es la obra, y otra, la gestión. Ganar espacio peatonal se interpreta como una opción de ampliar las terrazas. A la hora de planear el espacio, habría que poner a los vecinos al mismo nivel que la hostelería”.

Está claro que, en la competición por el uso público del espacio, ganan coches y bandejas. Las migajas, se las reparten bicis y patinetes. El peatón, que haga lo que pueda. Anarquía. Ocurre que si empuja un carrito, por ejemplo, puede hacer poco. O un coche de niño. O un andador. La distancia social que ha impuesto el covid ha señalado la impracticabilidad de muchas vías gaditanas: “Es que si una calle no puede tener un mínimo de metro ochenta de acerado, lo mismo habría que cerrarla y hacerla peatonal –indica Luna–. La cuestión de la accesibilidad es, de nuevo, una de esas cosas que están legisladas y son de obligado cumplimiento desde diciembre de 2017, pero no se hace. Se van poniendo pequeños parches en vez de abordar el problema de verdad, con un gran plan de accesibilidad. Y estamos hablando de compromisos electorales, que estaban en el programa del equipo de gobierno, y de un tema sobre el que el Ayuntamiento tiene total competencia”.

“En estas últimas elecciones –continúa– lanzamos un montón de propuestas, y algunas de ellas iban en ese sentido”. Entre ellas, creación de supermanzanas, “copiando un poco el modelo de Barcelona, donde se regenere el espacio público, se limite la entrada a residentes y se reduzca el espacio destinado a aparcamientos”. En una ciudad como Cádiz, con zonas de densidad de población asiática, este tipo de medidas mejorarían de forma “muy considerable la calidad de vida de sus habitantes”. Sin olvidar el tema de la “regeneración de zonas verdes, llevando a cabo lo que llamamos proyectos de acupuntura urbana que podrían cambiar radicalmente la dinámica urbana y social. Un ejemplo de actuación podría estar en la Curva, un espacio destinado “a bolsas de aparcamiento”.

Control del espacio. “Allí donde el ciudadano es poderoso, se hace sentir, se nota. Un ejemplo, la plaza de Mina. Allí donde no lo es, también se hace sentir: otro ejemplo, San Agustín, una plaza que más bien es un gran receptorio. Tradicionalmente, allí no ha habido un uso ciudadano, y este no se ha favorecido”, apunta Antonio Luna.

Una ejecución reseñable ha sido, menciona, la reciente distribución de las terrazas en la plaza de Candelaria: un cambio de ubicación que ha mejorado notablemente su uso público. Luna entiende el planteamiento de los hosteleros, pero opina que la solución al conflicto pasa por hacer peatonales una L de la plaza, de la esquina de Sacramento a Nicaragua y Santo Cristo.

“Cuando hablamos de la ocupación del espacio, parece siempre que hay dos frentes, y no es así –desarrolla–. Creo que cualquiera puede estar de acuerdo en que lo mejor para una ciudad es tener espacios diversos y ricos. ¿Terrazas? Sí, justo lo que decimos es que haya lugar para todos. Pero además, que sea en todos los barrios, que parece que sólo pensamos en una hostelería gustosa para los de fuera, y todos tenemos derecho a ella. Claro, todo esto cumpliendo toda la normativa referente a espacio, ruidos, etc”.

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