Cádiz

El Ayuntamiento desaloja a los sin techo para limpiar el foso de la muralla

  • Se han contabilizado hasta trece tiendas de campaña

  • Los servicios de limpieza han utilizado un contenedor para retirar toda la basura acumulada

Efectivos del Ayuntamiento de Cádiz han procedido a desalojar a los numerosos sin techo que vivían desde hace días, e incluso semanas, en el foso de la Puerta de Tierra, un monumento con especial protección histórica. En la operación han actuado personal de la Policía Local, Servicios Sociales y Medio Ambiente. Una vez se ha limpiado en profundidad todo el foso se ha permitido el retorno de los sin techo que han querido permanecer en este espacio.

La presencia de sin techo, todos con sus tiendas de campaña, se había incrementado de forma más que notable en las últimas jornadas,  llegando a contabilizarse hasta trece tiendas de campañas. Éstas inicialmente se ubicaban a pie de la muralla en la zona ajardinada, ocupando también los grandes parterres existen en esta zona del foso. Sin embargo, el aumento de personas hizo que algunos sin techo optasen por trasladarse a la zona de césped que da a la avenida de Bahía Blanca, tanto junto a la muralla como en la escalinata por la que se accede a este espacio público.

En algunos casos, junto a las tiendas donde vivían se encontraban sillas infantiles e incluso mesas de playa donde almorzaban.

En la mañana de este jueves se culminó la operación de desalojo de la zona que ocupaban para su limpieza. En la escalinata principal que da a este foso se encontraban apilados buena parte de los enseres de estas personas. A la vez, los servicios de limpieza tuvieron que utilizar una cuba para depositar todos los desperdicios que se habían acumulado en la zona. Después, se autorizó a volver a ocupar este espacio públicó.

La presencia de sin techo en el foso del que en su día fuera catalogado como Monumento Nacional, se ha convertido para el gobierno municipal en un auténtico problema.

Por una parte, está el problema habitacional que implica que estas personas tengan que vivir en la calle (salvo en los casos en los que puedan hacerlo de forma voluntaria, algo que desde Servicios Sociales se ha constatado más de una vez). Y por otra, la presencia de una auténtica acampada, algo que está prohibido por las normas municipales de ocupación de la vía pública, en un enclave que debería de tener un valor turístico y cultural más importante del que actualmente tiene.

El gobierno de José María González ya desalojó hace meses a todos los sin techo que acampaban en los arcos de las bóvedas de Santa Elena. En este caso, esta operación se repitió en varias ocasiones. Servicios Sociales logró en casos puntuales solventar el problema habitacional o contactar con familiares de los sin techo, pero al poco de quedar una bóveda vacía se volvía a ocupar.

Como solución drástica a esta situación, el Ayuntamiento decidió cerrar este espacio como una verja, impidiendo el acceso al mismo. Hace ya años, cuando se abrió el vecino Museo del Títere, el gobierno de Teófila Martínez eliminó las verjas que entonces existían para crear un espacio libre para el uso de los ciudadanos, algo que ahora se ha eliminado.

Las actuaciones del gobierno de González en el caso de los sin techo en los últimos años, cuando la afluencia de éstos se ha incrementado en número, desalojándolos de espacios por ellos utilizados (además de la muralla, los bajos del Balneario de La Caleta o jardines como la Alameda o Mina), han sido ignoradas por colectivos y particulares que en su día fueron un apoyo electoral claro para la formación del gobierno, evitando cualquier referencia contraria a este medida. 

La utilización del frente de la muralla de Puerta de Tierra por los sin techo como zona donde acampar traslada también el abandono que sigue sufriendo este referente de nuestra historia. Aunque el Ayuntamiento está ultimando la instalación de un centro de interpretación de las fortificaciones en el torreón, lo cierto es que ni los dos fosos (el otro es utilizado como pistas deportivas por el IES Columela) ni buena parte de las bóvedas (algunas cedidas a entidades privadas) se han sabido aprovechar para un uso turístico y cultural que hubiera generado ingresos a la ciudad, creando empleo.

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