Cádiz

Atrapados en sus propios pisos

  • Muchas personas tienen dificultades para salir a la calle al carecer de ascensor

"Aquí haría falta como el comer un ascensor porque en el bloque viven muchas personas con problemas de salud", afirma Ana Benítez, una mujer asmática de 76 años que vive en la Barriada de la Paz, concretamente en el tercer piso del número 2 de la calle Brigadier Tofiño. Ella vive con su hija María Luisa, de 53 años, que padece artritis reumatoide degenerativa, además de diabetes.

"Llevo cerca de dos meses sin salir de casa porque me cuesta la misma vida subir y bajar los escalones. Cuando me da un brote no puedo casi ni andar", comenta María Luisa, quien la misma mañana que atendió a este periódico tuvo que ir a infiltrarse las rodillas y tardó "una barbaridad" en bajar hasta la calle, "escalón a escalón y agarrada a la barandilla". "El taxi nos ha costado más por el tiempo que ha estado esperando en la puerta a que bajáramos", expresa su madre, quien tiene que hacer una parada en cada descansillo cuando sube o baja las escaleras.

En el cuarto piso del mismo bloque vive Josefa, de 72 años. Ella es diabética, sufre osteoporosis y parkinson y tiene problemas de corazón. Vive sola y sólo sale a la calle "cuando no tengo más remedio, porque la escalera es mortal para mí". Cuenta que debería andar por la diabetes, "pero como no puedo bajar las escaleras, lo que hago es recorrerme la casa varias veces al día". Confiesa que tiene miedo porque su nuera, que también tenía problemas de corazón, murió de un infarto tras subir unas escaleras. "Igual me puede pasar a mí". Y teme caerse, por eso baja "agarrada a la baranda con las dos manos, poquito a poco".

María también vive en Brigadier Tofiño, 2, en el segundo piso. Ella tiene 88 años, casi ha perdido la vista por la diabetes y sólo puede salir cuando la saca algún hijo. "Y vienen poco", apuntan sus vecinas.

En este bloque se planteó hace unos años poner un ascensor, pero no todos los vecinos estaban de acuerdo. Los de los primeros pisos no lo veían necesario. "Pero desde hace un año ya estamos todos de acuerdo y lo vamos a solicitar. El presidente de la comunidad está haciendo la tramitación. A ver si nos dan las ayudas, porque si no nos la dan a nosotros, no sé", comentan Ana y Josefa.

Como ellas, en Cádiz muchas personas mayores o con problemas de salud viven en edificios antiguos y se encuentran atrapadas en sus propias casas por no tener condiciones físicas para subir las escaleras. En la Barriada de la Paz, la asociación de vecinos Los Corrales lleva desde 2004 solicitando subvenciones a la Junta "para la instalación de ascensores y eliminar barreras arquitectónicas para las personas que tienen problemas para acceder a sus viviendas", comenta su presidente, Francisco del Río.

La Junta ha concedido varias ayudas, en algunos casos por el 95% del coste del proyecto, y ya se han instalado ascensores en algunos edificios antiguos de la ciudad.

En el número 4 de la calle Ejército de África también existe este problema. En este bloque, hay 29 viviendas a las que se accede a través de tres escaleras, "en casi todas hay personas mayores de 60 años y muchas con problemas de salud o de movilidad", según Emilio Bustelo, presidente de la comunidad. Él mismo es uno de los afectados. Vive en un tercer piso y tiene un 75% de minusvalía por problemas cardiorespiratorios. "Solicitamos ascensores hace casi un año y nos concedieron las ayudas, pero todavía no han comenzado las obras. En principio, iban a instalar tres ascensores por fuera pero así no se eliminaban completamente las barreras, porque no paraban en cada planta, y se ha modificado el proyecto: irán dos ascensores por dentro y uno por fuera", señala Emilio, quien espera que de aquí a verano puedan comenzar las obras.

"Yo creo que me voy a morir sin ver el ascensor", se lamenta Mercedes, una mujer de 78 años que vive en el piso de arriba de Emilio. Ella también tiene problemas de corazón y la última vez que fue al médico, tuvo que venir una ambulancia para poder bajarla. Ella vive sola y asegura que puede llevarse meses sin salir de su casa. Pero nunca se encuentra sola porque siempre viene algún sobrino a visitarla. Los que no pueden ir a verla son algunos familiares, sobre todo hermanos, que, mayores como ella, tienen dificultades para subir hasta el cuarto piso.

En el centro de la ciudad también hay muchas personas en esta situación. Un ejemplo se da en el número 13 de la calle San Juan. En el primer piso vive Rosario, de 84 años, con su hija. Baja las escaleras "a la fuerza" y lleva sin salir de casa desde antes de navidades. También en el primero viven Antonio y Ana, un matrimonio de 74 y 76 años, ambos minusválidos. A Antonio le falta una pierna, se la tuvieron que cortar "por culpa de la azúcar" y por casa se mueve en silla de ruedas. "Un muchacho nos va por los mandados. Ella lleva más de un año sin salir, pero yo sí que salgo más. Me pongo la pierna ortopédica y con la ayuda del muchacho bajo las escaleras agarrado a la baranda", cuenta Antonio.

Los vecinos del primero hablan de Consuelo, la del tercero, que es inválida y casi no sale de casa.

Todos ellos estarían "encantados" de tener ascensor. Pero no lo solicitan, porque viven de alquiler y no se les ocurre pedirlo a la dueña de la finca.

Poquito a poco se va solucionando la situación de muchos gaditanos que viven en edificios antiguos sin ascensor. Pero todavía muchos se sienten "atrapados" en sus propias casas.

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