La solidaridad intenta paliar la escasez de recursos públicos

La Asociación de Vecinos de Astilleros, de Cádiz, funciona como unos Servicios Sociales paralelos a los municipales

  • Los voluntarios del colectivo atienden a 1.200 personas al mes, muchas derivadas expresamente por la Delegación Municipal o por instituciones dependientes que debían asistirlas

  • En un año han entregado 12 sillas de ruedas eléctricas y más de 25 manuales, material escolar, frigoríficos y lavadoras y hasta una cama hospitalaria, además de realizar un reparto de alimentos mensual

Una voluntaria de la Asociación de Vecinos de Astilleros, durante un reparto de alimentos.

Una voluntaria de la Asociación de Vecinos de Astilleros, durante un reparto de alimentos. / D. C.

"Nos pide ayuda una jovencísima chica, que en estos momentos está ingresada en un parto adelantado en 20 días. Lo necesita todo para su bebé (niña ). Nos permitimos pedirles ayuda porque es un nuevo drama que estamos seguros solucionaremos. Por favor divulguen".

No hay semana que desde el Whatsapp de la Asociación de Vecinos de los Antiguos Terrenos de Astilleros, su presidente, José Gaviño, Pepe, no lance al menos dos o tres peticiones de ayuda solidaria para las personas vulnerables del barrio, de su entorno y de otros muchos puntos de la ciudad. Unas veces son llamamientos con el fin de recolectar material escolar, otras, para conseguir un par de frigoríficos y lavadoras para familias que lo necesitan con urgencia. O, últimamente, sillas de ruedas eléctricas y manuales para personas con movilidad reducida que no pueden pagarlas. El que encabeza esta información es de anoche mismo.

Entre unas y otras llamadas a la solidaridad, Pepe avisa de los próximos repartos de comida procedentes del Banco de Alimentos y de recursos propios, alienta a aportar aceite, pañales o potitos, según lo que en ese momento sea más necesario, e informa de los próximos cursos y actividades que constantemente organizan en su sede. Por supuesto, tampoco faltan el relato directo y la denuncia de casos sangrantes de personas vulnerables –siempre respetando la confidencialidad de los datos personales, por supuesto– que no logran atender ni a tiempo ni adecuadamente los Servicios Sociales Municipales, la Administración autonómica, la central o la Sanidad pública.

De hecho, la asociación que preside Pepe funciona de facto como unos Servicios Sociales paralelos a los municipales que todos los meses atiende a unos 1.200 ciudadanos que viven en la precariedad, en el umbral de la pobreza o directamente atrapados en una situación de miseria. Muchos de ellos, derivados al colectivo precisamente por las instituciones que debían solucionar sus problemas más urgentes.

Dos de las sillas de ruedas eléctricas reparadas y entregadas por el colectivo. Dos de las sillas de ruedas eléctricas reparadas y entregadas por el colectivo.

Dos de las sillas de ruedas eléctricas reparadas y entregadas por el colectivo. / D. C.

Más allá del reparto mensual de alimentos, en el que llegan a participar hasta cuarenta voluntarios en labores descarga y reparto, la Asociación de Vecinos de Astilleros entregó solo durante el año pasado doce sillas de ruedas eléctricas que recogieron, repararon y acondicionaron en un taller propio en el que trabajan cuatro personas. A ellas se suman otras más de 25 manuales, decenas de andadores y hasta una cama hospitalaria articulada y motorizada que necesitaba una persona que acababa de sufrir un ictus y no disponía de recursos para comprarla ni se la cubría la Seguridad Social. De hecho, algunas veces es desde los propios Servicios Sociales desde donde se piden estos artilugios de ayuda. “En más de una ocasión les dicen: ve allí a lo de Pepe, que seguro que tienen una silla para ti”, confiesa él mismo. En otras, desde la asociación informan y acompaña a la persona a solicitarlos en los centros de salud.

Llevamos tres años recibiendo demandas de materiales ortoprotésicos y en el último curso se han incrementado. Hasta el punto de que las cuatro personas que se dedican a reparar y reponer las piezas de las sillas de ruedas están trabajando tres días a la semana”, asegura Pepe Gaviño en la memoria de actividades de la asociación. “El boca a boca también hace su labor y nos hemos convertido ya en una entidad multiusos y servicios”, reconoce el presidente del colectivo.

Además, esta asociación de la que forman parte unos 700 socios y en la que trabajan 14 voluntarios se dedica a cumplimentar la documentación necesaria para conseguir el Ingreso Mínimo Vital y la declaración de la renta, requisito imprescindible para obtener el IMV, a personas derivadas por los Servicios Sociales o desde el Centro Integral de la Mujer. Y no son pocas las mujeres víctimas de violencia de género a las que están asistiendo jurídicamente derivadas desde este último recurso municipal.

Entre tanta asistencia social, la asociación todavía mantiene un huerto urbano con tres personas voluntarias y recursos propios y los que periódicamente les brinda Diputación en especies.

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