Una de las grandes lacras de las pequeñas editoriales -dentro y fuera de la provincia- viene a ser su temprana fecha de caducidad. Desde la Asociación de Editores de Andalucía (AEA), señalan que esto se debe a que muchas de ellas se dedican a la autoedición o que surgen desde una afición, no desde una dedicación plenamente profesional. "Y es un negocio, además -insisten- en el que en el primer año no se tienen beneficios". Realidad que desanima a muchos de los que no están realmente familiarizados con el sector. Sin embargo, "a las pequeñas editoriales que siguen funcionando a los tres o cuatro años de iniciar su andadura les va bastante bien", comentan desde la AEA. "De hecho -prosiguen- si saben trabajar el hueco de mercado que terminan encontrando, puede llegar a serles un negocio muy rentable".
En este sentido, la Asociación de Editores destaca la profesionalización como clave a la hora de fortalecer el sector editorial. Cuestión difícil, porque no existe un aprendizaje reglado dentro del campo. Para el gremio editorial, la creación de una licenciatura podría servir como frontera hacia la especialización.
En Andalucía, la mayor parte del tejido editorial está formado por empresas familiares que poseen su propio nicho de mercado, individual y definido. Se mueven, sobre todo, en temáticas y líneas relativas a lo regional -en un abanico que puede ir desde la promoción de autores locales, la gastronomía típica o los estudios históricos-. Sevilla y Málaga, seguidas de Granada y Córdoba son, según la AEA, las provincias que cuentan con una mayor actividad editorial.
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