Alfonso Carlos García González Betes, protagonista de años intensos para Cádiz
Puso en marcha, siendo concejal, el Plan Cádiz 2000 y le dio un vuelco, en positivo, a la limpieza de la ciudad
La muerte de Alfonso Carlos García González Betes, dolorosamente impactante pues la lejanía de su residencia desde hace años apenas había dejado noticias de su dura enfermedad, trae al recuerdo los intensos años en los que él fue uno de los protagonistas de la vida de la ciudad e, incluso, nos recuerda que incluso pudo haber sido candidato a la Alcaldía de Cádiz por el PSOE, en sustitución de Carlos Díaz, si las cosas no se hubieran torcido y acabado tan mal en el último tramo de la gestión de los socialistas en San Juan de Dios.
Abogado, trabajador de Construcciones Aeronáutica, vocal de la Comisión de Control de Unicaja y, tras dejar la política activa, de nuevo abogado en activo llevando casos como el de Manuel García Gallardo al frente de Quality Food, Alfonso Carlos García era el rostro afable del PSOE gaditano, siempre con una sonrisa en el rostro, incluso en los tiempos más duros del enfrentamiento y la defenestración política, cuando pasó de ser el delfín de Carlos Díaz a uno de los miembros del Grupo de los 8 que se enfrentaron con el alcalde.
Pero más allá de sonrisas y tramas políticas, si hay algo que debería de quedar en la memoria de los gaditanos (tan proclives a olvidar lo bueno realizado por los gestores políticos y reservar únicamente el lado oscuro de estos), es la efectiva labor que el fallecido realizó en todas las concejalías por las que pasó y que fueron, todas, las más complicadas para un gestor político.
Eran tiempos aquellos en los que cada concejalía funcionaba como un pequeño reino de taifa. Y Alfonso Carlos gestionó sus áreas con diligencia y sin temor a enfrentarse a sus compañeros, buena parte de ellos pesos pesados dentro del socialismo gaditano. Así actuó con rotundidad, siendo edil de Hacienda, a la hora de paralizar la construcción del Palacio de Congresos de Navarro Baldeweg en el Paseo de Santa Bárbara, y participó también en la caída del proyecto urbanístico que Dragados y Construcciones había diseñado en los terrenos ociosos de Astilleros, ya entonces como concejal de Urbanismo.
Fue el impulsor del Plan Cádiz 2000, siendo capaz de unir a todos los sectores de la ciudad para debatir sobre el futuro del propio Cádiz. Fue una especie de programa político, de diseño de un modelo de ciudad pensando en un futuro de vario años que, sin embargo, apenas pudo salir adelante por las disputas internas en el Ayuntamiento.
Tras su caída política, fue relegado a la concejalía de Medio Ambiente. Se le mandó a un pequeño despacho ubicado en el parque Genovés. Él no se vino abajo. Todo lo contrario. Se movió y trasladó la concejalía a los bajos del torreón de Puerta Tierra y, sobre todo, puso en marcha un plan integral de limpieza de la ciudad en la que, de nuevo, buscó la participación de colectivos ciudadanos consiguiendo incluso el apoyo de los más acérrimos enemigos del PSOE municipal. Aquí sí triunfó de pleno, pues la limpieza de la ciudad mejoró de forma más que notable.
Tras la derrota socialista en 1995, optó por retirarse de la política activa. Jamás habló mal de quienes le habían dado la patada e incluso elogiaba la figura de Carlos Díaz siempre que se le preguntaba. Se marchó a Málaga y montó un despacho de abogados. Allí vivía cuando, hace unas semanas, se tuvo que enfrentar a una enfermedad. Y esta vez no pudo salir triunfante.
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