Crisis en la cadena de supermercados

Adiós al “mercado del barrio”

  • Los clientes del Supersol de la avenida del Perú muestran su descontento al perder la zona un establecimiento de referencia “con buenas ofertas”

Un cliente de Supersol en la avenida del Perú muestra una bolsa de compras.

Un cliente de Supersol en la avenida del Perú muestra una bolsa de compras. / Julio González

Debate en la puerta. ¿Cuántos años lleva abierto el local como Supersol? “Primero fue el supermercado Casa y luego Cobreros”, apunta una mujer. “Esto lleva abierto 20 años”, dice otra. “No, no. Más tiempo. Seguro”, replica una más joven. Los clientes del Supersol de la avenida del Perú, junto a la barriada de La Paz, se mostraban ayer contrariados por la noticia del cierre de este establecimiento, uno de los nueve que la cadena clausurará en la provincia, siendo la más afectada por el plan de ajuste. “Me rompe por completo. Vivo ahí al lado y esto será un fastidio. Siempre ha sido como el mercado del barrio. Y es una pena porque siempre tenía buenas ofertas”, comentaba Fátima. El supermercado tiene arraigo en la zona. Los testimonios de los vecinos lo corroboran. “Es el súper del barrio, una pena. Yo estoy acostumbrada a sus ofertas”, decía Soledad Delgado. Y apuntaba, como otros clientes, que “la apertura de Mercadona tan cerca le ha hecho competencia como se la ha hecho a todos los pequeños negocios”.

Algunas y algunos al entrar o al salir hacían parada ante Paqui, vendedora de cupones de la ONCE. “Llevo aquí poco tiempo. Desde las pasadas navidades y esperando destino. Es verdad que hay mucho revuelo con el tema del cierre”, aseguraba. Antonio Moreno lamentaba que “lo peor es que 100 personas se van a la calle en toda la provincia. La mayoría de los empleados tiene una edad difícil ya para encontrar otro trabajo”. Así es. Llegaba de tomar café una empleada que lleva 33 años trabajando en el Supersol de la avenida del Perú. “Entré al poco tiempo de abrir, a mediados de los 80. Imagínate cómo estamos. El último que se entera siempre es el empleado”, señalaba con disgusto sin querer ahondar en más detalles.

Los corrillos se sucedían. Una mujer que prefería no identificarse decía que en este Supersol “han habido muchos robos, y eso también influye para que cierren. Yo he visto a gente salir corriendo cargando con quesos y garrafas de aceite. Un día se llevaron por la puerta de atrás un carro de la compra lleno de botellas de whisky”. Y añadía que “es una pena. Yo soy como de la familia y me duele. Esos padres de familia en la calle... qué dolor”. Esta mujer recordaba que “aunque no hay grandes llenos, en este supermercado hay mucho chorreo de gente. Y eso también es vender”. Aprovechaba, de camino, para criticar la paralización de unas obras en La Paz, en el bloque donde ella vive. Por retraso en el pago a los trabajadores. “Nos hemos quedado con la obra a la mitad”, explicaba.

“El último que se entera es siempre el empleado”, lamentaba una trabajadora

María de los Ángeles salía con sus bolsas y no se cortaba a la hora de analizar la situación. “Si funciona o no funciona, no lo sé. Pero esto debería haber seguido en manos gaditanas y no cogerlo gente del quinto pino”, indicaba en relación al grupo lituano Maxima, que compró la compañía en el año 2012. Y concluía con un lamento generalizado “¿Y ahora qué? Otra cosa cerrada en Cádiz. Es de vergüenza lo que están haciendo con esta ciudad”. Más paro y más locales sin uso. La sangría crónica de la Tacita.

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