Cádiz

Adiós a uno de los 'baches' de Cádiz

  • La Palma del Hondillo, famoso por sus caracoles, cierra hoy sus puertas

Las calles Marqués de Cádiz y Ruiz de Bustamante no volverán a oler igual. Desde los meses de abril a julio, un aroma intenso revolotea por el ambiente y te lleva, casi flotando, hasta La Palma del Hondillo, donde se preparan los, quizá, mejores caracoles de Cádiz.

Este establecimiento, uno de los más longevos de la ciudad, echa hoy el cierre. La subida del precio de la renta antigua, por la denominada Ley Boyer, ha hecho que el gerente, Ramón Misea, haya decidido dejar el negocio.

Pero los caracoles de Ramón seguirán inundando con su aroma otro rincón gaditano muy cercano, concretamente la calle Sopranis, donde su mujer, María del Carmen García, abrió hace pocos meses una cafetería-restaurante que no podía llevar otro nombre: Los Caracoles.

"Yo me he llevado aquí 32 años. Empecé como camarero sustituyendo a un compañero y como él no quiso volver, al final me quedé. Como encargado llevo unos 20 años".

Ramón dice que el secreto de los caracoles de La Palma del Hondillo es "la limpieza al prepararlos y los buenos ingredientes que utilizamos". La temporada la fija del 15 de abril al 15 de julio, aunque recuerda que "cuando yo era pequeño los comía en agosto, porque era de San Juan a Santa Ana".

Ramón aprendió a cocinarlos en el propio local. "Al principio nos lo traían de fuera, pero le pedí a la persona que los hacía que me enseñara a mí y a un compañero, y desde entonces lo hacemos aquí".

De abril a julio no es raro ver el local lleno, sobre todo por las tardes y noches, y sobre todo por mujeres, algo que no es frecuente el resto del año. "Este es un bache típico de Cádiz. Aquí vienen los clientes a jugar a las cartas, sobre todo. Si viene una mujer y ve el ambiente, normalmente se da la vuelta", cuenta entre risas.

Ahora esos clientes, la mayoría de ellos amigos, han decidido trasladarse al bar de su mujer, donde él empezará a trabajar tras el cierre de La Palma del Hondillo.

Una de las peculiaridades de este bar es que no se servía ningún tipo de comidas aparte de sus famosos caracoles, aunque antes tenía la licencia de restaurante. "Era muy normal ver a la gente trayendo el pescado de la freiduría que había enfrente. Este es uno de los bares más antiguos de Cádiz", concluye Ramón.

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