Pese a que se guía por un proyecto muy planificado, por el momento Héctor Bouzo prefiere ser prudente a la hora de adelantar los usos y actividades que ofertará en la salina Roqueta. No quiere siquiera avanzar el nombre del complejo que está impulsando donde ni la iniciativa privada ni la pública fueron capaces de hacerlo en cuarenta años. Está pendiente de permisos de cuatro administraciones y no quiere precipitarse, aunque aclara que las relaciones con el Ayuntamiento y el parque natural están siendo muy buenas. Después de atender a los requerimientos de seguridad y limpieza de la finca, vendrán las acometidas de luz y de agua.

Pero a día de hoy podemos hacer un resumen de lo que ya adelantó en su momento. El eje central del proyecto es la acuicultura, de manera que habrá cría de peces en el estero y de algas, posiblemente para condimentos y complementos alimenticios, en las salinas. También dispondrá de una cafetería, como punto de avituallamiento de ciclistas, una actividad que considera muy en la línea del proyecto.

El molino, a caballo entre la finca privada y el Dominio Público Marítimo Terrestre, podría volver a funcionar si se encontrase el sistema de financiación mixto necesario. Y respecto a la playita, a Héctor se le escapa que ya saben de las necesidades de quienes practican windsurf y kitesurf...