Caso Laura Luelmo

Los vecinos de El Campillo intentan agredir a Bernardo Montoya

  • El asesino confeso de Laura Luelmo fue trasladado al "escenario principal" de la muerte de la profesora zamorana.

Varios agentes introducen a Bernardo Montoya en un vehículo de la guardia Civil. Varios agentes introducen a Bernardo Montoya en un vehículo de la guardia Civil.

Varios agentes introducen a Bernardo Montoya en un vehículo de la guardia Civil. / M.G.

Los vecinos de El Campillo trataron de agredir a ultima hora de la tarde a Bernardo Montoya mientras este participaba en la reconstrucción de los hechos en su vivienda situada frente a la de Laura Luelmo. Decenas de personas rodearon las tres equinas que dan acceso a la casa  y han surgido varios momentos de tensión, que han culminado sobre las 14:30 cuando se ha roto el cordón policial por uno de los accesos, llegando a escasos metros de la casa al menos un centenar de personas.

La Guardia Civil y la Policía Local ha instado a los presentes a tranquilizarse mientras que varios vecinos lanzaron piedras sobre la mampara instalada por la Unidad de Criminalística delante de la vivienda. Montoya partió en coche patrulla hacia La Mimbrera donde continuó la reconstrucción de los hechos.

El asesino confeso de la joven profesora Laura Luelmo había llegado a la calle Córdoba de El Campillo donde, acompañado por varios coches patrulla de la Guardia Civil y vestido con un chaleco de la Benemérita, se enfrenta a las preguntas de los investigadores que tratan de determinar el escenario donde tuvo lugar la muerte de la joven profesora.

Los ruidos de martillazos sorprendieron a los testigos que en la mañana de este martes respetaban el cordón policial para no acercarse hasta una distancia prudencial de los números 1 y 13 de la calle Córdoba en El Campillo; en el primero de ellos vivía Bernardo Montoya con su hermano Luciano; en el otro, Laura Luelmo. Lo que los agentes buscaban es el lugar donde pudo estar retenida. Los primeros resultados de la autopsia, han dado un giro a la investigación por la muerte de la profesora zamorana.

Y es que las fechas comienzan a dejar claro alguna de las circunstancias en las que se vio envuelta la muerte de Laura. La primera, la que determina la última fecha confirmada de su vida, el miércoles a las 16:00. A esa hora habla con su novio. Un repetidor de telefonía situado a 9 kilómetros del pueblo lo confirma. Si falleció, tal y como revela el análisis de su cuerpo, entre el viernes y el sábado, ¿qué pasó entre esas dos fechas y dónde estuvo?

La defensa de Bernardo parece estar en señalar que la dejó malherida poco después de su desaparición. ¿Dónde la escondió? En ese plazo, el sospechoso de la muerte de Laura visitó a su pareja en la cárcel de Huelva que había abandonado en el mes de octubre. En el centro penitenciario mantuvo un vis a vis. Agentes de la Policía Nacional, una vez que el sospechoso estaba más que identificado desde el primero momento, estuvieron mirando en los contenedores del aparcamiento de la prisión en busca de algún objeto que pudieran relacionarle con la muerte de Laura.

Imagen de los alrededores de la calle Córdoba de El Campillo esta mañana. Imagen de los alrededores de la calle Córdoba de El Campillo esta mañana.

Imagen de los alrededores de la calle Córdoba de El Campillo esta mañana. / José Miguel Jiménez Serrano (El Campillo)

¿La mató antes o después de salir de ese vis a vis? Se trata de otra de las cuestiones que se intenta esclarecer con la reconstrucción de los hechos que tiene lugar esta misma mañana en El Campillo. Parece ser, por la insistencia en las labores de rastreo de la zona, que ese puede ser el lugar donde ocurrió todo. 

Antes de comparecer ante la jueza de Valverde, los agentes de la UCO quieren cerrar todos los flecos que todavía quedan pendientes de una investigación minuciosa que se ha visto alterada con una confesión poco esperada esta mañana de Bernardo Montoya. Sorprende que alguien con tanta experiencia delictiva, se derrumbe ante los agentes al poco de comenzar los interrogatorios, lo que puede apuntar a que las pruebas en su contra son apabullantes y le dejaron sin margen de maniobra.

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