Una encuesta realizada por Diario de Cádiz, entre candidatos a la alcaldía de toda la provincia situaba al desempleo en el principal problema de la sociedad de 1979. Todavía habrá que esperar al triste despegue de las cifras del paro producto de las duras reconversiones de principios de los ochenta, pero las grandes ciudades como Cádiz y Jerez contaban por miles a los trabajadores sin trabajo. Una dolorosa realidad que se vivía en una sociedad especialmente empobrecida. Como sus ayuntamientos. Las crónicas de la época elevaban el endeudamiento de la corporación gaditana en más de 200 millones de pesetas, hasta el punto que ningún banco le fiaba. Peor estaban en Algeciras, donde se triplicaban estos millones.

Poco podían hacer por solventar este problema los municipios. Por no haber casi no existía una estructura de estado, más centrado en afianzar la entonces recién nacida democracia y en el que muchos delegados provinciales y gobernadores civiles aún recelaban de los partidos de izquierda. Los municipios vivían de sus escasos impuestos hasta el punto que sus alcaldes tenían que ir a Madrid a implorar, despacho por despacho, ayudas para temas tan mundanos como el parcheo de las calles y plazas.

El mapa electoral surgido de las elecciones del 3 de abril dejababa ya ver cómo serían futuras corporaciones: la complicada estabilidad en El Puerto, con alcalde comunista en 1979, la tendencia al bipartidismo en la capital; la fuerza de los partidos a la izquierda del PSOE en Puerto Real; la diversidad de ideologías en San Fernando o Jerez de la Frontera...

Diez años más tarde se afianzan ya nombres históricos en el municipalismo: Barroso, Pacheco, Díaz con un claro personalismo que dificultará una puesta en común de problemas y proyectos similares, cuestiones que hoy siguen dificultando el desarrollo social y económico en el conjunto de la provincia.