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30 años de Ayuntamientos democráticos

Una 'escuela' política que creó amistad

  • Llegaron sin experiencia pero con una gran ilusión por trabajar para la ciudad. Así lo recuerdan

"La representación municipal es el mejor servicio al ciudadano. Es la mejor escuela, la actividad política que más te llena y con la que más se sufre al tener tan cerca a los ciudadanos. Pero también ves la solución y es una alegría inmensa. Cualquier político debería empezar por ser concejal o alcalde". Con este comentario resume Ignacio Vera Bustamante, concejal en 1979 del PCE, sus sensaciones por esa etapa vivida cuando todo estaba por hacer en la administración local, cuando implicarse en política era todo un reto, cuando el objetivo era cambiar los esquemas de la sociedad y continuar con los cambios que habían empezado unos años antes en España. A él como al resto de compañeros de la Corporación isleña les guiaba la ilusión, por eso querían arreglarlo todo y "nunca faltaron las fuerzas", matiza José Luis Sordo Díaz, del PSOE.

Compartían en ese camino que comenzaban el interés por desempeñar lo mejor posible un servicio público. Porque así definen ellos a la política. "Había mucho espíritu de servicio. Ahora la política es una profesión, un puesto de trabajo", advierte Juan Ibáñez Haro que inició su andadura política en la UCD. "Manteníamos como dice Juan una actitud romántica ante la tarea que había por delante", señala Andrés Ruiz Pizones, del PSA.

La diferencia ideológica no fue ningún impedimento entonces para el entendimiento, a pesar de que entraban en política con la ideas claras. Lo dice Adriano Lozano Fernández que se presentó a las elecciones con el PSOE. Vera Bustamante reconoce que "tenía ganas de poner en práctica todo lo que el partido había predicado en la clandestinidad". Sin embargo esa ideología no se dejó ver en el día a día. "Independientemente de con qué partido estuvieras todos trabajábamos juntos", cuenta Sordo.

Diferentes motivos los llevaron a la política: algunos eran militantes, a otros los buscaron personas del partido, otros se habían señalado con sus luchas sindicales y otros provenían de los movimientos vecinales. Las distinciones por lo que fueron entonces podrían ser muchas. Sin embargo, con el tiempo, y ya entonces, nada de eso importaba. Hoy se saludan por la calle con gestos de amistad, con cariño, con el buen sabor de esa época. Se saludan y hablan de esa maravillosa experiencia. Porque fue un orgullo y un honor para ellos.

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