Un nuevo esperpento en el 'Parlament'

Lejos de enfrentarse a su derrota, tanto ERC como el PDeCAT viven en la ficción de que aún es posible avivar las brasas del 'procés'

Cataluña y el resto de España tuvieron que asistir ayer de nuevo al sonrojante espectáculo de un Parlament que ha perdido cualquier sentido de la responsabilidad y del ridículo. Y, una vez más, hay unos responsables claros: los parlamentarios y líderes de las formaciones independentistas que en su día impulsaron ese golpe institucional llamado procés, aunque esta vez habría que hacer la excepción de la CUP, la formación separatista radical que, al menos, ha tenido la decencia política de apartarse del vodevil en el que los supuestamente moderados, PDeCAT y ERC, parecen instalados. Sólo por intereses políticos y judiciales inconfesables se puede comprender el intento de ayer de investir como presidente de la Generalitat a Jordi Turull, un político completamente implicado en el malogrado procés, al que es posible que el Tribunal Supremo mande hoy a la cárcel. Es decir, una persona totalmente incapacitada para devolver a Cataluña a la deseable normalidad política e institucional. El discurso de Turull ante el Parlamento autonómico demostró hasta qué punto estábamos asistiendo a una farsa. Apenas levantó la vista de unos folios que parecían escritos por otro, con un tono monocorde y rutinario en el que la retórica de la "mano tendida" al Gobierno central y al Rey apenas disimulaba la absoluta falta de un proyecto pensado para poner fin a la aplicación del artículo 155 de la Constitución. Es decir, para el regreso de las instituciones catalanas al respeto a la Ley y al Estado de Derecho.

Así las cosas, cabe preguntarse a qué vinieron las prisas y los secretismos del presidente del Parlament, Roger Torrent, en convocar un Pleno de investidura para presentar a un candidato que no tenía la aritmética de su parte. Cada día que pasa queda claro que Torrent no está a la altura institucional de su cargo y que es una simple marioneta del independentismo, dispuesto a usar la Cámara como una simple herramienta al servicio en exclusiva de los partidarios del procés.

Lejos de enfrentarse a la realidad de la derrota de la intentona independentista, tanto ERC como PDeCAT siguen viviendo en la ficción de que aún es posible avivar las brasas del procés. Mientras tanto, la economía catalana sigue en caída libre (ha sido la única región española en donde ha descendido la inversión extranjera) y las instituciones del autogobierno catalán continúan perdiendo credibilidad y prestigio ante sus propios ciudadanos, el resto de España y Europa.

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