No quiero pecar de frívolo. Lo primero será dejar clara la idea básica de este artículo: mi absoluta solidaridad con todos los periodistas acosados y maltratados. Entre los que se cuentan, según denuncia la APM, los que incordia Podemos por aquí. Con todo, a éstos me gustaría aconsejarles un poco más de dureza y muchísima más indiferencia.

La primera queja que leo de ellos en la noticia es que los líderes del partido morado les han dicho "Eres tonto" o "De donde no hay no se puede sacar..." La sociedad no pierde impunemente el sentido de la autoridad ni el de la jerarquía. En el mundo del igualitarismo, cualquiera puede llamar "tonto", a lo que se ve, a cualquiera sin que se sopese qué méritos tiene para emitir ese juicio de valor. Que me llamase "tonto" uno de Podemos o cualquiera que profese el marxismo después de la que el marxismo ha liado en la historia no me extrañaría lo más mínimo: tendría todo el derecho, siquiera sea por el principio de reciprocidad. De donde no hay no se puede sacar, en efecto: ni siquiera un insulto. Pasa como con el escándalo porque una señora de cuya elegancia no tenemos noticia haya llamado "catetos" a los españoles, así, en general, hala, incluyendo a Patricia Medina o al marqués de Tamarón, entre otros. Ya, ya.

También se quejan en la APM de "una legión de trolls" de internet. Son un incordio, sin duda, pero nada más. Los tenemos sobredimensionados porque vivimos en la época del número y, si lo gritan o retuitean muchos, parece que vale más, como por recuento de pataletas.

Hay que tomarse muy en serio, en cambio, las acciones que afectan la libertad de expresión, como los escraches, que sí hacen en Podemos, o negar la palabra en una rueda de prensa o desprestigiar profesionalmente; y las que afectan a la integridad física o psíquica, como las amenazas; y las presiones que pretenden que pierdas el puesto de trabajo. Cada vez que un periodista o cualquiera se encuentre con algo así tiene que denunciar en primera plana y, si acaso, en la primera comisaría. La obligación del Estado será defenderle y de todos nosotros apoyarle.

Entretanto, el que te llama "tonto" te está dando pan ("dame pan y dime tonto), porque qué buen texto puede escribirse, qué hilarante, describiendo a un revolucionario que dice "tonto" a uno que hace su trabajo. Si va a más, se le denuncia, por supuesto, pero, por ahora, ja, ja, ja. De Podemos nos reímos poco.

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