El Partido Popular debería disimular algo más su enfado con Ciudadanos por no "prestarle" un diputado para que pueda formar grupo parlamentario en Cataluña. Eso son cosas que se piden, qué remedio, porque hacen mucha falta, pero que, cuando te las niegan, te tienes que callar. Cuanto más protestes, más en evidencia queda que pedías un favor bastante gordo y bastante extravagante, que te interesaba por el dinero y, sobre todo, que no habías conseguido el mínimo necesario para exigirlo según ley. Cuanto más grites, mejor queda, además, quien te dice no.

C's es coherente con la postura que adoptó en 2016 en el Congreso, cerrándose en banda a que le regalasen a los del PdCat un grupo parlamentario y los millones correspondientes. Quizá el PP debería pedirle prestado (qué mal suena) ese diputado a los del PDeCat a los que estuvo deseando conceder graciosamente aquel grupo en el Congreso. Ahora acusa a C's de debilitar el bloque constitucionalista con sus resistencias al préstamo, pero ¿no se dan cuenta de que así debilitarían el discurso constitucionalista de ceñirse a la ley sin enjuagues ni trucos? Si Inés Arrimadas va a representar el rigor de la norma, conviene que empiece cuanto antes y siempre.

Lo que piden es legal, sí, ya. Pero queda feo, teniendo en cuenta la veneración que en cualquier sistema democrático se debe a los votos y a la representatividad parlamentaria. Si los votantes hubiesen deseado más diputados del PP, los habrían votado. Estas excepciones se las permiten los políticos, pero no nos las permiten. ¿Se imaginan que nos dejasen regalarle medio punto de sobra en el examen de unas oposiciones a otro aspirante que lo necesitase más? ¿O colocar unos miles de euros en la declaración del IRPF de otro que tiene margen para evitar un tramo impositivo más alto y que luego nos lo devolviese, pasado junio? Tomarse muy en serio las reglas del juego en todas las direcciones, para todos los actores, ya sean políticos de otro signo o afines, o ciudadanos anónimos o partidos políticos, redunda en beneficio de todos.

Siento mi contundencia. Casi nadie le reconoce el mérito a Albiol, que ha jugado debajo de la canasta, recibiendo codazos hasta de los suyos. Su mal resultado, con lo que ha peleado, da lástima y, en lo que a él respecta, resulta injusto. Pero maquillarlo tarde y regular tampoco soluciona nada de fondo (de fondos sí, pero, por eso precisamente, no).

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