Ver el teatro Liceo de Barcelona con sus más de dos mil localidades ocupadas por personas locas por el Carnaval hace pensar que algo no se está haciendo bien aquí para sacarle todo el jugo posible a esta fiesta que, cada vez más, nos diferencia del resto del universo. Cádiz le saca partido económico a la fiesta grande de esta ciudad sólo desde el momento en que acaba la Final hasta que se marcha de Cádiz el último jartible. El resto del año parece que no sabemos aún cómo sacarle miga a esta mina que, guste o no guste, hace posible que desde fuera de esta tierra entonen mejor que muchos de nosotros el pasodoble cadista de los Peperonni o el mítico "Qué bonito está mi Cai". Muchos miles de cruceristas y turistas llegan cada año a nuestra ciudad y se van sin degustar Carnaval, perdiendo la oportunidad de que la fiesta se haga aún más internacional. Tiempo sobra en Cádiz para pensar. Pensemos.

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