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Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

De autoestima, bien, gracias

Amedias retro-friki y a medias neo-frívolo, me lo pasé de miedo con el debate a tres de Canal Sur. Disculpen mi diversión. Y me deparó una alegría inesperada y salvaje: ha muerto la manía del "los andaluces y las andaluzas". Fue lo más trascendente de la noche. Se dijo muy poco y de refilón. Sólo dos o tres veces cada candidato. Yo llevaba preparado un aforismo: "Cada vez que un político dice 'los ciudadanos y las ciudadanas' muere un gatito y una gatita", pero renuncio encantado a mi chiste con tal de constatar que se impone el sentido común y el lingüístico. Me felicito por los gatitos y las gatitas.

Lo que más me impresionó, después, fue lo satisfechos que están todos de haberse conocido. Hay en las campañas electorales un derroche de autobombo. "Votadme, que soy lo mejor de lo mejor" es el eslogan común denominador, el mensaje tácito de cualquier político. "Yo sé más que tú, que tú, que tú, que tú, que tú…", como decía el borriquito de Peret, que, por cierto, no sabía ni la u.

Esta actitud la diagnosticó Nicolás Gómez Dávila, con menos sentido del humor y más sentido moral: "Entre los vicios de la democracia hay que contar la imposibilidad de que alguien ocupe allí un puesto importante que no ambicione". Y hay que tener en cuenta que no sólo nos piden el voto a base de postularse como muchísimo mejores que los otros candidatos, ¡dónde va a parar!, sino que previamente hubo una lucha sin cuartel dentro del partido en la que se impusieron con uñas y dientes sobre un puñado de compañeros y, sin embargo, contrincantes, que compartían esa ambición.

Mientras los veía autopromocionarse en el debate, haciendo buenamente lo que podían, tuve un sueño. Que una o uno mirase a la cámara y confesara: "Soy un candidato mejorable, sin duda mucho peor de lo que ustedes, que levantan con su trabajo diario esta comunidad y que pagan sus impuestos, se merecen.

Abrigo mis dudas de que yo sea mejor que estas damas y caballeros, rivales míos, y, en cualquier caso, conozco mis defectos mejor que los suyos y, sobre todo, me duelen más; pero creo en nuestros principios, confío en nuestras ideas, tengo un gran equipo humano y una ilusión enorme, y, si ustedes me votan, estaré a su servicio. Si no me votan, lo entenderé de sobra, y quizá incluso les agradezca que no echen sobre mis hombros una responsabilidad tan grande como estar a la altura de lo que demandan estos tiempos". Y ya.

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