Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Comparación odiosa

Lo escandaloso del terrorismo no es el número de víctimas, sino su voluntad inhumana de hacérnoslas

Se compara con frecuencia creciente el número de muertes según sus causas. Hay un uso repugnante del procedimiento: cuando se contrastan las que causan los accidentes de tráfico, por ejemplo, con las del terrorismo, con el objetivo de contextualizar a este último y relativizarlo con aire científico o sociológico. Es un síntoma de debilidad moral, porque lo escandaloso del terrorismo no es el número de víctimas, sino su voluntad de hacerlas. Entiendo que, sin firmes parámetros éticos, sea cada vez más difícil darse cuenta del agujero negro de lo cuantitativo, pero no debemos dejarnos engañar por el juego de manos de los números en redondo. Es lo que quiero denunciar: las odiosas comparaciones.

Hay otras que, aunque sea por Maquiavelo (el fin y los medios) podrían tener una disculpa (leve). Cada vez se habla más de las muertes que causa el cambio climático. Yo era escéptico de esas muertes específicas, pero estos días, por razones obvias, he empezado a sudar, digo, a dudar, aunque espero que estén muy seguros y no hablen de muertos frívolamente o sin seguridad. Cuando nos explican lo letal que es el mosquito, por la transmisión de la malaria y de la fiebre amarilla, si de lo que se trata es de concienciarnos, tiene un pase contar vidas humanas a puñados. O si se comparan las muertes que ocasionaron los distintos regímenes políticos, y así vemos que se llevó la palma, no la Edad Media ni los reyes absolutos, sino el progresista siglo XX, y sus regímenes totalitarios, con especial virulencia de los marxistas.

Pero lo más íntegro, incluso en los casos más bienintencionados, es remitirse al juicio de Gervase Crouchback, que, en Soldado de honor, la trilogía de Evelyn Waugh, advertía a su hijo Guy que "Quantitative judgments don't apply", esto es, que "los juicios cuantitativos no cuentan". Lo decía en plena II Guerra Mundial. Cada vida es sagrada y un dictador (o cualquiera) que saja injustamente una ha perpetrado un crimen de magnitud incomparable. Nuestra sensibilidad no necesita más crímenes para horrorizarnos.

Para dejarlo claro, el converso francés André Frossard prefería que dudásemos antes de la Omnisciencia de Dios que de su amor por cada persona: "Dios sólo sabe contar hasta uno", repetía. Desconfiemos de los grandes números, rebelándonos ante cualquier intento de hacer comparaciones exculpatorias o frivolizantes con la masa de las víctimas. Eso ni una vez.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios