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Bruno García y la otra política

Se vio que en Cádiz podía funcionar un ‘Juanma a la gaditana’, sin revanchismo y más eficaz. O sea, Bruno

El alcalde de Cádiz, Bruno García, ya ha cumplido sus dos primeros meses en el cargo (como todos los que tomaron posesión) y ha demostrado que otra forma de hacer política es posible. Eso se sabía. Tiempos hubo en los que Santiago Carrillo y Manuel Fraga convivían desde sus discrepancias obvias. Era el espíritu de la reconciliación. Después se perdió para que volvieran el revanchismo y el odio cainita por culpa de Zapatero. En otros tiempos (o sea, en la Transición), la derecha y la izquierda firmaron los pactos de la Moncloa. Y se pusieron de acuerdo para aprobar una Constitución, con el apoyo de socialistas, centristas, conservadores, comunistas y la CiU de Pujol. Todos esos (entre los ponentes estuvieron Miquel Roca y Jordi Solé Tura) demostraron que era posible un consenso básico. Sobre la Constitución, por cierto, conviene leérsela. Para ver lo que es constitucional.

Una política de concordia es posible. Bruno García la está practicando. Se sabía que era el candidato ideal para el PP. Tenía el objetivo de ganar en Cádiz, que es una ciudad donde la izquierda kichista consiguió la Alcaldía y donde los socialistas suelen ser los más votados en las elecciones generales. Aunque en las autonómicas, ya Juanma Moreno había ganado y se vio que en Cádiz podía funcionar un Juanma a la gaditana. Sin revanchismo y más eficaz. O sea, Bruno.

En dos meses, el gobierno municipal gaditano no ha tenido tiempo de hacer obras vistosas. Casi todo lo que han realizado (y no realizado) en este periodo estaba previsto por el equipo de Kichi. Será en los próximos meses cuando se vea si funcionan mejor. Ya es un adelanto, con respecto a Adelante, que este tiempo los primeros actos no hayan sido populistas. La polémica de los sueldos entraba en el guión, porque hay zopencos que quieren que el alcalde y los concejales trabajen gratis. Sin pasarse, pero deben tener sueldos coherentes. Y un número razonable de asesores y colaboradores. Lo más gracioso es que lo critiquen personas que también cobran del Estado, y que se podrían mirar en el espejo y hacer examen de conciencia personal, antes de protestar.

Mientras por ahí dicen que el PP iba a resucitar la censura por los pactos con Vox, la realidad en Cádiz es que Maite González entregó un premio a un poeta que fue del PCE, y que la concejala frecuenta los actos culturales del sector progresista, según se califican ellos mismos. Suele pasar con el PP, que le da cariño al progrerío, mientras que antes Kichi censuraba y eliminaba las placas de Pemán. Vamos a ver cómo evoluciona esto.

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