Antipáticos

Difícil de entender que dos españoles se hablen en distintas lenguas para no entenderse, salvo con pinganillo

Hace años no existía la empatía, nos movíamos entre la simpatía y la antipatía. Empatía, como implementar, llegaron de pronto. La gente implementaba y tenía empatía. Cosas del siglo. Complemento, implemento eran cosas gramaticales. Antipatía y simpatía eran características. Como el color de los ojos o la forma de andar. Simpático y antipático no se podía ser al mismo tiempo. El problema volvía a ser la voluntad. Es como la gente sin gracia que intenta ser “graciosa” por todos los medios. Dan pena. Pero no era muy usual que el antipático de nativitate quisiera serlo más todavía, por motivos políticos. Como Miriam Noguera, Rufián o el pequeño Aragonés, tan estirado y tan serio de cara. Y algunos otros de esas adscripciones que cuanto más, mejor lo consideran. Para la causa por la que cobran buenos sueldos del Parlamento o la Autonomía, de la “política” en general. Difícil de entender, sin duda alguna, que dos españoles se hablen en distintas lenguas para no entenderse, salvo que acudan al pinganillo y el traductor. Es una parte de la antipatía que perpetró el Molt Honorable actual en el pleno del Senado, hablando en catalán y yéndose a continuación con su punta de desprecio y sus andares de chiquitito. Ea, misión cumplida. Digo más gente cabreada, más desapego, más antipatía vertida. El objetivo independentista, tan antipático de por sí, tiene esta vertiente. Forma parte de esta cosa en gradación: cuanto más antipatía hacia el otro, más fácil causarle males. Los nazis alemanes lo llevaron al extremo: de la antipatía al odio, del odio a los campos de exterminio. A los judíos, como es sabido. Y otros. El grado de la antipatía de estos tipos que se dicen independentistas está calculado –que se sepa– hasta la amnistía y el referéndum de autodeterminación, que en román paladino significa que nosotros votamos solamente, ustedes no tienen por qué votar nada porque Cataluña no les incumbe. No es necesario decir que ustedes somos nosotros, ya segregados en la antipatía previamente. ¿La segunda parte será el éxodo de todos los españoles que ahora son los españoles de Cataluña? Aquí se está jugando fuerte y Pedro Sánchez lo sabe, como sabe también que el tiempo no calma al tigre ni cambia la naturaleza del escorpión. Así que sigue el cernido, esta arqueología de la arena, esta decantación hacía el establecimiento de país de buenos catalanes y los otros. Lo que añadido al “territorio” como concepto, verdadero drama, constituya la pesadilla que habitan. Y esto lo sabe el presidente aunque no creo que lo sepan los socialistas en general, a los que no se les pregunta uno por uno. Para luego preguntarnos a todos los demás.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios