El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Vivimos en un país curioso, en el que a más vacaciones, más empleo se genera. Este año se están batiendo todos los récord de turismo; no sé cuantos millones han venido ya, muchos más que españoles vivimos aquí. Cada periodo vacacional se valora por los empleos generados, siempre en los sectores de la restauración, la hostelería y el comercio, los únicos que, al parecer, tienen futuro en este país terciarizado al máximo. Por tanto, la paradoja es que si se quiere crear más empleo, hay que aumentar las vacaciones. ¡Y pensar que el gobierno intentó eliminar los puentes!

Se pueden aumentar los días festivos. Tal y como está el país vendría bien declarar fiestas a nivel nacional las efemérides de San Martín de Porres, patrón de la justicia social, muy olvidado, o San Lázaro, patrón de los pobres, que ha ganado muchos adeptos en estos años. Incluso se puede instaurar un antisantoral, con un patrón de los corruptos, para los que no faltarían candidatos: San Jaume de Nóos, San Luis el suizo, San Manuel de los EREs, San Rodrigo Black, San Mariano de los sobres, o Santa Rita la pitufina. Se pueden incluso instaurar nuevos santos colectivos adaptados a los tiempos modernos: San PP de Gürtel o Santo PSOE rociero y coplero. También se puede aumentar los fines de semana, de jueves a domingo, así los contratos temporales aumentarían su duración.

Lo cierto es que en este país salimos de una burbuja y ya estamos en otra. Ahora es el turismo. Vivimos de, por y para el turismo; estamos en época de vacas gordas, y los empresarios están que se salen con beneficios incluso superiores a los de antes de la crisis. Pero esta burbuja, como todas, tiene sus puntos flacos y los años contados. Se basa en la inestabilidad de nuestros países competidores de la orilla sur y este del Mediterráneo, y en una drástica reducción de los costes salariales a base de contratos temporales -cuando los hay- mal pagados.

Y volvemos a tropezar con la misma piedra. Si antes los jóvenes abandonaban los estudios para ganar dinero con el ladrillo, ahora pueden hacerlo para malvivir con sueldos precarios y poco cualificados de camareros, limpiadoras en hoteles o dependientes. Y eso de mejorar la formación, invertir en investigación, diversificar el tejido productivo… ¿para cuándo?

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