Análisis

Joaquín Rábago

¿Le preocupa a alguien el futuro de El Puerto?

S É que el título que he decidido dar a esta columna tiene algo de provocador, pero se trata sobre todo de remover unas conciencias que uno teme un tanto adormecidas.

Creo que coincidiremos todos - vecinos permanentes o bien ocasionales, como es mi caso- en que uno de los mayores problemas de El Puerto es la despoblación del centro y, a la vez, las dificultades de llegar a fin de mes de muchos de quienes lo habitan.

Es este último un problema también de otras ciudades de nuestro país y sobre todo de Andalucía, pero no creo que haya muchas en las que los sucesivos gobiernos municipales, por las razones que sean, se hayan mostrado tan incapaces de poner remedio a esa situación.

En otras ocasiones he criticado en estas páginas la tan excesiva como errática sobreprotección del casco histórico, que permite que muchos edificios terminen en ruinas mientras se hace la vista gorda ante atentados reales a la estética de la ciudad para asombro de visitantes.

Hablo con frecuencia con los comerciantes y dueños de bares y otros establecimientos del centro y me llega la queja unánime de que son pocos los concejales que se dignan por sus locales para escuchar sus sugerencias y ver qué se puede mejorar.

Los gobiernos municipales se deben a sus vecinos, que son quienes los eligen, algo que se tiende a olvidar con demasiada frecuencia en un país de tan poca cultura democrática como el nuestro.

Resulta sangrante escuchar a jóvenes de esos que con tanta demagogia llaman "emprendedores" explicarle a uno que se ven obligados a cerrar el pequeño comercio que con entusiasmo abrieron en su día por culpa del elevado alquiler, la poca demanda y la falta de apoyos.

He escrito otras veces y no me importa repetirlo porque también se repiten las quejas que escucho al respecto, que una de las causas del descontento de muchos comerciantes son las dilaciones que encuentran cuando solicitan algún permiso para hacer una reforma, por mínima que sea. Por cierto ¿qué devino el famoso Peprich?

Es como si desde el Ayuntamiento sólo se empeñasen algunos en poner trabas burocráticas con el mínimo pretexto en lugar de ayudar y facilitar las cosas a quienes tienen alguna iniciativa o desean acometer algún negocio que pueda redundar en beneficio de la ciudad y quienes en ella viven.

Y mientras tanto, el partido o los partidos que están en la oposición se dedican sólo a criticar con dureza y sin demasiado tino la gestión de sus sucesores sin la autoridad moral que tendrían si mientras gobernaron no hubiesen hecho las cosas peor que quienes ahora critican.

¿Cuándo van a comprender unos y otros que el futuro de El Puerto de Santa María, de sus vecinos y comerciantes es demasiado importante como para convertirlo en una pelota de pingpong?

Cada vez que vuelvo a esta ciudad, alguien me habla de algún potencial comprador extranjero que, seducido por la belleza cada vez más ajada de sus casas palacio, quisiera invertir aquí para quedarse, pero a quien las trabas que encuentra terminan disuadiéndole.

Repito la pregunta del título: ¿A quién le importa el futuro de esta ciudad?

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