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Análisis

Rafael Duarte

La defensión del mar

Ojalá construyamos un mundo mejor, de verdad. La defensión del mar también existe

Acaso, ahora, cuando el levante hace llover la arena sobre la cara, una lágrima hace que toda la defensión del universo, la vea el hombre por la lente de una lágrima. Digo esto porque ante la magnitud de las babas opacas que lanzan las redes, -Menina del Melenón, etc.,- estuve en la planta de Pediatría del Puerta del Mar, donde ingresó mi nieto y vi a los niños, algunos con la cabecita calva como Adrián, el que luchó montado en la cabalgadura de sus sueños, torero de grana y oro, y fue insultado por encima de sus sueños terribles de niño enfermo. Leí en Diario de Cádiz otra detección de pederastia en la red. El horror me marcó más. Y las noticias de vulnerabilidad social que nos aquejan cotidianamente.

Hay tristezas del ego, del yo y de los demás. Federico García Lorca que con su identidad sexual muy clara en su Oda a Walt Whitman, se comía su condición para denunciar mejor que nadie, a los maricas sucios contra los faeríes, floras, cancos, con vientres de maldad.

"Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo/ por vena de coral o celeste desnudo. Mañana los amores serán rocas y el tiempo/ una brisa que viene dormida por las ramas". Eso era una defensa de la pureza personal al margen de lo gramaticalmente mal llamado "de género". ¿Hay más violencia que dañar a un joven o a un niño? El alma llora inútilmente, el alma no es nobleza si traspasa las vísceras donde muerden los egos esos instintos del terror.

"La defensión de la azucena es roca invulnerable comparada contigo" decía Julio Mariscal, otra alma difusa entre sus percepciones y su sexo. ¿Por qué? Porque los niños eran y son el futuro de "esto", por encima de meninas, adelaidas, apios, y derivados que llevan el adagio de sus egos sobre la zarpa de la maldad.

Una tormenta de arena sobre las gafas por culpa de esas miradas que sufren dentro de un hospital, por esos pequeños cuyos ojos brillan más que el mate de la tristeza y el dolor, más que el profundo significado de la vida.

El escalofrío es una punción contra la maldad. Contra tanta caspa maquinada. Contra algo que no arreglará ningún político, porque les interesa el caos.

El odio originado por el ego o el yo, por nuestras carencias, que impide la generosa ofrenda de la amistad, del nosotros o ellos, es la única y sólida pasión universal que no se acaba en un abrazo. Es el que mantiene guerras, insultos, lepra oral, clepsidra de personas.

Lloro. Ante los cuerpecitos estragados, lloro. A mí, personalmente, ya no me causa placer nada que no venga de la felicidad de los más íntimos. Y los niños. Esos ojos brillantes, esas risas clarísimas, esa vida creciendo.

He llorado. Ojalá las enfermedades reales y las "otras", desaparezcan. Ojalá construyamos un mundo mejor, de verdad. La defensión del mar también existe. Ellos son alevines de tanto mundo ciego.

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