Análisis

Enrique montiel

Este calor

Y Cataluña, en donde unos alfeñiques mintiendo y engañando nos van a robar de verdad

Parecía que se iba otra vez el verano, como todos estos años, pero no, está siendo como esos toros bravos que casi mueren cuando doblan las rodillas. ¡Qué calor, cuánta Cataluña! Cuando el 98 había un clamor fatal en La Isla y en toda España y el capitán de navío Lazaga y Garay ignoraba que le esperaba la muerte en las aguas de Cuba. ¿Qué nos espera ahora, el viejo poema que habla de la guerra, que es mala y odiada por las madres, que entigrece a los hombres? En los años 20 también hubo soldados y marineros enviados a la muerte. La ciudad les dedicó un monumento con una leyenda que alteraron los nacionalistas andaluces. Loaiza no le restituyó sus palabras originales, que hablan de morir por España y que quedaron en muertos de San Fernando. Como casi todo viene siendo así, no merece la pena. Si mueres por España, digo, es un decir, un día te convierten en muerto de tu pueblo. Sin más ni más. Nos van a meter la mano en la pensión, por ejemplo, y aquí nos vamos a seguir quejando del calor y añorando el Cine Madariaga, que olía a jazmín y dama de noche, y que ponían un programa doble, que se decía. Además algunos seguiremos recordando a Joaquín Rodríguez Royo, aquel malo inolvidable que levantaba cada septiembre una Semana Cultural en el colegio de La Salle de la calle Real. ¿Es la nostalgia lo que era?

Es este calor, debe serlo, qué duda cabe. Y Cataluña, en donde unos alfeñiques mintiendo y engañando nos van robar de verdad. De nuevo. Como se acaba todo lo que se daba y no somos ni siquiera una nación rampante, el territorio de la vieja Real Isla acabará siendo el escenario de los viejos rapsodas que lloran el pasado glorioso con insufribles ripios que tanto divierte a mi amigo Rafael Duarte. España rima con saña y patraña y entraña y cucaña y así. La rima de Isla es más complicada. Pero bueno, todo se andará.

De pronto hemos sabido que se harán cosas. Yo he tenido conocimiento de que se trabaja, y que todo cuesta mucho. Sobre todo desde el saqueo de la Caja Municipal, que viene siendo lo que no se nombra. Años y años después. Pues es así, un escollo sacar un papel, un triunfo algo que vaya sin un pero. La exasperante lentitud tiene nombres y apellidos pero no se rompe la baraja, no se dice hasta aquí llegó la riada. Es La Isla, señoras y señores.

Parecía que se iba el verano pero la verdad es que no llega la primavera, no llega la esperanza, no le dan cuerda a los relojes. Salvo que sea yo, ya viejo y pesimista.

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