Publicaba el otro día este Diario, en su sección 'Hace 50 años', que la imagen de San Cristóbal había salido en procesión, por las calles de Cádiz, montada en un jeep de la Policía Armada. El patrón de los automovilistas iba bendiciendo los vehículos a su paso. Era 1967.

Hoy, en 2017, a la Patrona de Cádiz la han montado en un barco de guerra para que vaya de visita por Puertatierra, de parroquia en parroquia.

Nada ha cambiado.

La religión, las religiones son como los gases: tratan de ocupar todo el espacio posible. Un poné, el espacio civil. Y de eso sabemos un rato en España. Hubo épocas en las que era imposible establecer una frontera entre lo civil y lo religioso. Aún ocurre, a la vista de todos.

No es raro que esa tendencia gaseosa de las religiones a expandirse, también provoque roces y colisiones. Mira la que se ha liado hace unos días en Ceuta, cuando en el santuario de su patrona le han cantado una salve rociera a la imagen de Ganesh, un dios hindú, portada por costaleros de esa comunidad ceutí.

Para el obispo de Cádiz es un "hecho reprobable" y le ha enseñado la puerta al vicario de Ceuta, malogrando una interesante vía de "kofrade-fussion". ¿Imaginas una magna con Visnú y la Blanca Paloma a la sombra de los pinos?

Unos han hecho su tanda de chistecitos (algunos muy malos) mientras que otros, los más integristas y celosos de la verdad revelada, valoran la visita de Ganesh a la Virgen de África de sacrilegio, profanación y algún que otro apelativo rescatado de un ataúd maltratado por la polilla.

En fin, nada nuevo bajo el sol: cada religión cree en sus verdaderos dioses, mucho más verdaderos que los dioses del vecino. Cada una carga con su costal de supercherías particulares. Cada una abona sus campos con credulidad e ignorancia, y para todas el mundo se compone de fieles e infieles.

Pero mientras pensaba esto, paso la página del Diario y leo que alguien afirma que los alumnos musulmanes deberían tener profesores de religión, como los cristianos. Supongo que se refería a la pública.

Y yo empeñado en una sociedad laica donde la religión quede fuera de la escuela. Ay.

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