Análisis

Rafael Duarte

Siglo de hierro y Cádiz

Se decía "que la gente española ni sabe ni quiere saber". Es decir, postureo puro

Estaba investigando en la biblioteca universitaria y hallé documentos estadísticos donde se detallaba la procedencia de tres mil quinientos cincuenta y ocho escritores del Siglo de Oro. Cádiz con siete, Jerez con diez y Gibraltar con uno, fueron los que publicaron en ese siglo, estudiado como foco de atracción y emisión de cultura en ese oro, ahora ilustre.

Lo digo porque Siglo de Oro es un concepto discutido aún hoy. Se situó cronológicamente entre 1519 y 1648, aunque los límites finales se dilataron hasta la muerte de Calderón. Ellos, los escritores que todos conocemos y los que desconocemos no tuvieron nunca esa impresión. El cordobés Juan de Castilla y Aguayo escribía en 1586 escribía: "Verdaderamente como dicen que hubo una edad de oro y otra de plata, la que agora tenemos es de letras". Cervantes en el Quijote afirmaba sobre su época que "dichosa edad y dichosos aquellos a quienes los antiguos pusieron nombres deseados; y no porque en ellos el oro, que en nuestra edad de hierro tanto se estima…".

El analfabetismo, la despoblación agraria, las corrientes hispanofóbicas, el esencialismo español, -siempre la dualidad- Bartolomé de las Casas vs Alfonso García de Matamoros.

Alejo de Benegas fustigó los vicios de esos españoles: la consideración del oficio mecánico manual como deshonra, el exceso de trajes y, sobre todo, "que la gente española ni sabe ni quiere saber". Es decir, postureo puro, casi como ahora. Quevedo defenderá a su España en su "España defendida y los tiempos de ahora de los novelones y sediciosos". Sin embargo, el mismo y contradictorio Quevedo dijo: "Príncipes…temed al que no tiene otra cosa que hacer sino imaginar y pensar", cuando Juan de Mal Lara había escrito en la época de Cervantes que "aún es señal de nobleza de linaje no saber escribir su nombre". Ya sabemos que los libros eran carísimos y para la élite, la mayoría e ediciones se abonaban por mecenazgo, en una industria editorial, por ello, pequeña y dispersa. Que sin embargo y hasta 1550 siguió editando libros de caballerías mucho más allá del Renacimiento: Amadis de Gaula con 24 ediciones -tengo una- Lepolemo, Las sergas de Esplandían, el Lisuarte, Primalión, Palmerín, Reinaldos, Espejo de Caballerías… recordemos el expurgo de libros que se lee en el Quijote.

Siete libros pues se editaron en Cádiz. Con la Inquisición. Sobre los seudónimos empleados para burlarla escribirá en el tiempo otro gaditano, Adolfo de Castro. Como curiosidad destacable, el más editado fue el andaluz Nebrija y el primer libro editado en España fue Obres e trobes en labors de la Verge María -cuarenta poemas en Valenciano, cuatro en castellano y uno en toscano- como le gusta al profesor doctor Joaquín Calap.

Gregorio Mayans retrataría más tarde en su biografía de Cervantes el siglo de oro español. "La pobreza y desnudez de aquella persona dignísima de mejor siglo; porque, aunque dicen que la edad en que vivió era de oro, yo sé que para él y algunos otros beneméritos fue de hierro".

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