Análisis

Juan García Cubillana Doctor en Medicina Académico de San Romualdo

José María Cano. Despedida a un gran amigo

Queda su labor en la Academia, en la que sentó las bases de una secretaría eficiente

No por esperada ha sido menos sentida su defunción y pérdida. Jose María ha sido mi mejor amigo desde que ingresó en la Real Academia isleña. Yo le llamaba mi hermano de la calle Real, epíteto cariñoso que su talante no aceptaba con mucha gracia. ¿Por qué de la calle Real?, me decía. Para mí, la calle, su calle, es la vía grande y principal de La Isla, y yo procedía de un barrio. José María, ha sido un marino profesional de prestigio reconocido en el campo de la Cartografía y Oceanografía, un marino ilustrado de nuestra época. Hombre muy culto con grandes conocimientos de la historia de los descubrimientos, en los que defendía la participación española con argumentos científicos contrastados.

En la Academia ingresó en el año 1987, destacando desde el principio su espíritu de colaboración, y a la muerte de don Salvador García Piñero -secretario hasta entonces- fue nombrado para sucederle. Su labor en este cometido fue extraordinaria, ordenando y clasificando con sus características letras y signos en sobres y carpetas, cargo que desempeñó hasta 2008, en total quince años. Pronunció varias conferencias, aportando datos de sus investigaciones, donde hizo valer su vocación didáctica y su vasta experiencia. Destinado en el Observatorio de Marina e Instituto Hidrográfico de Cádiz llegó a alcanzar el grado de coronel. Su labor profesional ha sido reconocida, al titularse con su nombre una sala del Instituto.

De su extensa obra pueden destacarse el Mapa de Quito de Pedro Vicente Maldonado y la Historia de la Cartografía Española. Asimismo, está considerado como un experto en la vida y obra del sabio marino español Alejandro Malaspina, habiendo sido invitado al Congreso Mundial que se celebró en Italia en la ciudad de Mulazo, lugar donde nació. Jose María tiene trabajos de su especialidad en el Museo Naval recientemente trasladado a la calle Cardenal Spínola. Poseía también la licenciatura en Bellas Artes y, además de haber sido profesor de Matemáticas en el Observatorio, desempeñó la cátedra de Dibujo en el Instituto de Maestría Industrial local.

Para San Fernando, queda su labor en la Academia en la que sentó las bases de una secretaría eficiente. Con su espíritu de trabajo y sentido del orden logró la catalogación de toda la documentación almacenada. Pero por encima de su valía científica y artística, Jose María ha sido un hombre bueno, sencillo, austero, generoso y humilde, un católico practicante y cabal muy amigo de los leales, pero que de tarde en tarde sacaba a relucir su genio, su inconformismo y su sentido crítico. Jose María Cano ha sido una de esas escasas personas que han sabido engancharse a la vida larga y fructífera, demostrando siempre un testimonio de constancia, esfuerzo y tesón ejemplares, ofreciendo a la vez un caudal de energía ética y actitudes positivas.

Que junto con su querido amigo y compañero Alberto Orte sigan dibujando estrellas en ese cielo que tanto soñaron.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios