Hace poco, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Universidad Complutense donde trabajo, asistí a una charla -inabarcable en contenido y significado- del catedrático Santos Juliá. En ella, con la pausa necesaria, el profesor Juliá dibujó en aquel horizonte de la transición la figura de Adolfo Suárez y trajo a colación aquella frase suya: "Agradeceré busquen siempre las cosas que les unen y dialoguen con serenidad y espíritu de justicia sobre aquellas que les separan".

Llegó a decir de Suárez que su doble acierto consistió en no intentar siquiera poner puertas al campo abierto por las elecciones y en sustituir la práctica del decreto-ley por una política de pactos a derecha e izquierda, sobre las cuestiones pendientes: la Constitución (desde luego), pero también la política económica, laboral y social. En conjunto, lo que muy pronto recibió el nombre, luego tan denostado, de política de consenso.

Me traslade de inmediato a aquellas elecciones de marzo del 79, cuando tuve la inmensa suerte de conocer al presidente Suárez. Lo acompañé en Madrid, aceptando cargos de responsabilidad en las filas de Juventudes de UCD y junto a otros compañeros fundamos, en julio del 82, el Centro Democrático y Social (CDS). Lo acompañé -subido en el bus de campaña- cuando fui candidato por Cádiz en las elecciones del 82. Desde que lo alcanzó el Alzheimer hasta su fallecimiento, mantuve contactos con su secretario particular. Aún conservo en mi agenda, el teléfono de la casa de Madrid, donde vivía. Aquellas experiencias marcaron mi conducta.

Traigo a colación toda esta historia porque nuestra ciudad vive convulsa y agitada en lo político. Cada Pleno municipal una bronca. Y de cada asunto una discusión por la tremenda. Sé que el alcalde tiene claro -porque me lo contó hace poco- lo del diálogo y el consenso y la necesidad de sacar adelante a nuestra ciudad. Lo que desconozco es su puesta en práctica. O la cerrazón de los partidos a alcanzar acuerdos, sin que las siglas prevalezcan sobre los ciudadanos de El Puerto. Es hora de reaccionar.

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