Una que no cree en las huidas de ningún tipo -tampoco hacia delante- se sorprende un día pensando en hacerse ciudadana de Asgardia. En mi descargo, nacionalizarse asgardiana no significaría tirar la toalla con este Planeta Azul (azul cada vez más plomizo). Viviría en la Tierra como emigrante mientras mi patria, ese satélite inhabitable, se dedicaría a dar sus garbeítos por el universo sin hacer daño a nadie. Sufriría, igual que ahora, la ambición o la indolencia que mueven las decisiones de otros seres humanos pero con la satisfacción de no tenerlos por compatriotas y poder decir algo como "¿qué esperas?, si son terrícolas". Sí, ya, es una tremenda estupidez. Y es que en momentos de crisis hay que estar muy centrado para no tomar decisiones estúpidas. Fíjense si no en el auge de la ultraderecha en Europa, o en los resultados de las elecciones a nuevo dios del mundo... Qué quieren que les diga, mi estupidez y yo, asgardianas de toda la vida.