Análisis

P. Juan Antonio Vital Santos

Algar, tierra guadalupana

De todos es conocido como fue la fundación de este maravilloso pueblo de nuestra Sierra de Cádiz que es Algar. Su fundador fue Domingo López Carvajal, marqués de Atalaya Bermeja. Por su gran devoción a la Virgen de Guadalupe y su amor a las tierras mexicanas no dudó encomendarle su vida y todas sus riquezas si se salvaba de la tormenta que sufrió en unos de viajes de vuelta a España.

Cumpliendo su promesa, convirtió esta maravillosa tierra de nuestra Sierra en un nuevo Tepeyac siendo, en cierta forma, un nuevo indio como Juan Diego. Así llegó la fundación de esta Villa de Algar, pero lo más impresionante fue el acontecimiento mariano que dejó a sus habitantes y que llega hasta nuestros días, el amor filial de un pueblo a su madre la morenita, la Virgen de Guadalupe.

Esta devoción secular no ha estado libre de inconvenientes y de dificultades. Cinco son las imágenes de Guadalupe que han recibido culto devocional de sus hijos de Algar. Nada se puede decir en la actualidad de la primitiva, una pintura de 1763, y de la segunda, que fue colocada en el templo en 1813. También se ignora la fecha de la antigua imagen, la primera entre las escultóricas. Sí de la segunda, una imagen que fue bendecida el 5 de septiembre de 1841. Sin embargo, el dato seguro al que nos enfrentamos fue la locura del año 1936, cuando la iglesia fue incendiada intencionadamente y con ella las dos imágenes.

Aquí está el milagro de esta devoción a la Virgen de Guadalupe que, próxima a cumplir los 240 años, nos evidencia un auténtico testimonio de la fidelidad mariana de esta Villa. Un rosario continuado por conservar la primera y simiente devoción a la Virgen de Guadalupe nos hace emocionarnos y ver como este pueblo no ha perdido ni perderá la promesa que su fundador, Domingo López de Carvajal, hizo a la Virgen del Tepeyac.

Hoy en día la imagen actual es una obra maestra, una talla encarnada y policromada, de cuerpo entero labrado en madera de ciprés. La Virgen se nos muestra de pie sobre una peana de nubes que sostiene un angelito. Ella, con una túnica modestamente virginal y un manto de color azul turquesa que cubre su cabeza. Su rostro refleja una serenidad cósmica, con mucha solemnidad.

Fue en 1937, mediante limosnas y por suscripción popular, cuando decidieron adquirir esta nueva imagen siendo realizada en las Escuelas Profesionales Salesianas de la Santísima Trinidad de Sevilla por el autor Bravo Nogales. Su precio final fueron unos 8.000 mil reales, unas 2.000 pesetas.

Se bendice el 11 de diciembre de 1937, día que se recuerda como el de la reconciliación tras el sacrilegio y profanación del 36.

Y fue el 8 de septiembre de 1938 la primera vez que recibía culto en las fiestas patronales y consiguientemente su primera salida procesional. La Virgen, como recuerdan, en su pasitoblanco, con dos grandes ramos de flores de tela y seis velas delanteras, convertía esta Villa de Algar en tierras mexicanas. La Virgen del Tepeyac tiene también, como le pedía Ella al Indio Juan Diego, una casitasagrada en estas tierras del sur de España.

Digno es de mencionar que la devoción a la Virgen de Guadalupe se puede ver también en un cuadro a la entrada de la iglesia, una copia del original del siglo XVIII.

Un pueblo nacido de una promesa, un pueblo que no ha perdido sus orígenes. La devoción a la Virgen de Guadalupe en una imagen tallada es muy extraña, ya que se representa habitualmente en una pintura. Es algo milagroso, pero como dicen en este pueblo, aquí cuando van a la Iglesia no van a ver a la imagen de la Virgen, sino van a ver a la Virgen. Es la conciencia de piedad mariana de que la Virgen está entre ellos. Ella reside en su casita sagrada, donde sus hijos e hijas no dudan en visitarla cada día. Es la madre de todos, sin diferencia alguna. Y lo es porque es la Madre de Dios y Ella, con su presencia entre nosotros, nos evoca, nos recuerda, nos invita a vivir el milagro de la fe. La fe en su Hijo Jesucristo.

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