Turismo Cuánto cuesta el alquiler vacacional en los municipios costeros de Cádiz para este verano de 2024

Me he llevado todo el verano angustiada. A ver si me voy a la playa y a la vuelta me han desvalijado el piso. O salgo de viaje y me encuentro al regreso que no me han dejado ni la lavadora. No es que atesore muchos bienes de valor; pero encontrarse la casa toda revuelta, patas arriba, con cajones y armarios abiertos en busca de la inexistente caja fuerte, además de dejar una molesta sensación de vulnerabilidad, conlleva mucho trabajo posterior de orden y limpieza.

En fin, va a parecer que estoy obsesionada con la posibilidad de un robo, y no es cierto. A ninguno de mis vecinos, que yo sepa, le han entrado en casa desde que vivo en mi actual domicilio. No conozco a nadie en mi entorno que se haya enfrentado a un ladrón en los últimos diez años. La última -y única- vez que sufrí un robo no había acabado la EGB. Y fue muy desagradable, sí, pero no me traumatizó tanto como para llevarlo arrastrando desde entonces.

Pero mientras escribo esto estoy escuchando en la radio la enésima cuña publicitaria de alarmas de seguridad. Y claro, el mensaje va calando. ¿Seré yo la imprudente? ¿Será que todas estas estadísticas que nos hablan de reducciones de la tasa de criminalidad en la provincia, de índices por debajo de la media, son falsas? ¿Estaré en la inopia y no me he enterado del mundo lleno de peligros en que vivo?

La campaña pro alarmas se intensificó durante el verano, así que me confié pensando que en septiembre el nivel se relajaría. Ilusa. Ahora toca bombardear con las casas de vacaciones que hemos dejado vacías y que estarán sin protección, invitando a maleantes, durante meses. No niego el derecho de las empresas que venden sistemas de seguridad a publicitar sus productos. Pero en este caso creo que estamos a punto de cruzar el límite de la alarma social. El principio que basa cualquier venta en la creación de una necesidad se está convirtiendo aquí en la creación del miedo.

Desafortunadamente, no hay sirenas que nos alerten de los peligros reales de nuestro día a día. De la discriminación, el trabajo precario o la corrupción nos tendremos que defender desde dentro.

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