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Pedro José Sánchez Gómez | Escritor

Castillo, una vida para la música

  • Pedro José Sánchez Gómez publica la primera biografía del compositor sevillano Manuel Castillo, fallecido en el otoño de 2005

El investigador Pedro José Sánchez Gómez

El investigador Pedro José Sánchez Gómez / Juan Carlos Vázquez

Toda una vida de empleado de Emasesa, jubilado en 2021 y con dos pasiones: la música y la cultura sevillana. Casado, con dos hijos, su mujer bromea con él: "En casa somos siete, nosotros cuatro, Joaquín Turina, José María Izquierdo y Manuel Castillo". Pedro José Sánchez Gómez (Sevilla, 1956) se ha significado en efecto como un investigador incansable en torno a esas figuras cruciales de la Sevilla del siglo XX. Entre sus trabajos, el último, recién aparecido, es la primera biografía dedicada a Castillo, que se ha publicado bajo el paraguas del Ayuntamiento de Sevilla, en concreto gracias al Distrito de los Remedios, el barrio de residencia del compositor en las últimas décadas de su vida.

No se trata en cualquier caso de su primer acercamiento al músico, ya que en 1999 había publicado Manuel Castillo. Su obra en la prensa escrita. 1949-1998 y en el año 2005 Manuel Castillo. Recopilación de escritos 1945-1998. "Hay un segundo volumen de escritos que ya está terminado y saldrá en breve, pero le di prioridad a la biografía, me pareció más importante, después de dos trabajos teóricos, un acercamiento a la persona, al ser humano, para evidenciar cuales habían sido las claves de su vida y de su obra. Y los pilares de este libro son desde luego esos otros tres. En el de la prensa hay recogidas más de mil referencias sobre la obra de Castillo. Y en sus escritos hay tantas referencias autobiográficas que me ha permitido usar su propia voz como hilo conductor de todo el libro. Luego he recorrido infinidad de archivos tanto en Sevilla como en Madrid o en el País Vasco, pues en el archivo Eresbil está la correspondencia con Norberto Almandoz". Más dificultades ha tenido para acercarse a la documentación personal del compositor: "En el Centro de Documentación Musical de Andalucía, en Granada, está su música, pero su legado personal lo compró el Ayuntamiento de Sevilla. El piano de su estudio está ahora en el Espacio Turina, pero el resto (sus discos, sus libros y demás) se llevó a la Hemeroteca Municipal, y allí está almacenado, pero aún no es accesible. La familia tuvo el detalle de permitirme acceder a su estudio en 2007. El archivo fotográfico lo tiene también el Ayuntamiento, pero ese al menos pude escanearlo y es el que utilizo para el libro. Me he sentido siempre muy apoyado por la familia". Aunque consiguió cierta familiaridad en el trato con el compositor, al que conoció en los conciertos de la ROSS, nunca le sugirió la posibilidad de emprender un trabajo biográfico sobre su figura: "Sí le comenté que había empezado a trabajar en el libro sobre la prensa, y le llevé un primer borrador, lo que le hizo mucha ilusión, aunque cuando se presentó él estaba ya en ese aislamiento de los últimos años de su vida, y no asistió, pero me lo agradeció mucho".  

Manuel Castillo. La necesidad vital de la música Manuel Castillo. La necesidad vital de la música

Manuel Castillo. La necesidad vital de la música

La fecha de 1949, la primera del libro sobre la prensa, no es casual. "1949 es el año en que muere Turina, y el año en que Castillo escribe su Sonatina para piano, su primera obra importante, con lo que puede considerarse simbólicamente el año del traspaso del testigo musical entre los dos compositores sevillanos más importantes del siglo XX. De hecho Castillo quiso ampliar estudios con Turina, pero Turina muere en 1949, que es justo cuando Castillo quería dar el salto a Madrid. Más adelante él reconoció que quizá aquello habría sido un error, porque Turina representaba el nacionalismo musical, pero Castillo tenía miras más amplias, gracias en buena medida a Norberto Almandoz, que fue su profesor de composición y que tenía contactos con grandes compositores europeos. Pienso de todos modos que ambos (Turina y Castillo) personifican musicalmente, en esta ciudad tan dada a las dualidades, las dos caras de Sevilla: Turina, la luminosa, alegre, extrovertida; y Castillo la íntima, introvertida, la menos evidente… pero no por ello menos cierta y verdadera".

Los inicios del compositor resultaron en cualquier caso poco alentadores: "Los primeros profesores de solfeo que le pusieron los padres no pensaban que el niño llegase a nada. Incluso una profesora llegó a decirles que 'para Manolito' la música iba a ser siempre un ladrillo, que se dedicara a otra cosa. Pero él sentía una gran afición desde el descubrimiento del piano que tenían en casa, con el que se divertía antes de conocer las notas, y se matriculó como alumno libre en el Conservatorio en el 44. Fue en el curso 1944-45 cuando ingresa en el Colegio San Francisco de Paula y entra en contacto con Antonio Pantión que todo cambió. Él siempre dijo que sin Pantión seguramente no habría sido músico. Y la música se convirtió en el sentido de su vida, él la definió como 'una necesidad interior de la que ni podía ni quería desembarazarse'. Sentía la música como algo espontáneo, intuitivo. Para él escribir música era como respirar”.

En 1959 Castillo escribe Preludio, Diferencias y Toccata, a partir de El Puerto de Albéniz y con ella gana el Premio Nacional de Música. "Es un punto de inflexión en su carrera, supone un giro estilístico en su producción, curiosamente, usando como motivo generador una de las obras cumbres del pianismo nacionalista español. Este nuevo Castillo se aleja de esa influencia nacionalista de la que había bebido su primera década como compositor, y empieza a mostrar la asimilación de los estudios en Madrid y París. Su piano cambió radicalmente, aunque él nunca quiso romper con nada. Castillo fue siempre un ecléctico: él usa el serialismo por ejemplo, pero de una forma muy personal. Nunca fue dado a modas ni a corrientes. Si usó determinados recursos fue como medio de expresión: usaba aquello que le servía para expresar lo que sentía como músico. Su música no sale del entorno, sino desde su interior, desde su evolución musical y personal. Dejó escrito: 'Me gustaría ser recordado como un músico que no quiso ni romper con el pasado ni cerrar los ojos al futuro'. Y de hecho él mostró siempre su rechazo a que lo adscribieran a la Generación del 51 junto a Halffter, Bernaola, García Abril, Luis de Pablo o Barce, porque pensaba que no se parecían en nada entre sí".

Al piano en su estudio Al piano en su estudio

Al piano en su estudio / Archivo familiar

Hay una segunda vocación en la vida de Castillo: la religiosa. "Desde que descubrió la música, Castillo no tuvo otro norte, hasta que se le despertó la vocación religiosa, que le llegó con la misma fuerza que la musical. En 1956, siendo ya catedrático de piano, entra en el Seminario. Y siendo ya sacerdote se dirige al cardenal Bueno Monreal para decirle que iba a abandonar su carrera musical para dedicarse de lleno al sacerdocio. Y Bueno Monreal le respondió: 'Desde la música también se sirve a Dios'. Y de hecho obras fundamentales en su  carrera como su Concierto para piano nº1 o su Sonata para violín y piano las compuso en San Telmo, en el seminario." En el abandono del sacerdocio "quizás pesaron los tiempos, era la época de la transición, y las cosas empezaban a verse de otra forma. Vio que esa fuerza vocacional se había reducido y se salió. En una entrevista en Canal Sur le dijeron que salirse del sacerdocio tenía que haber sido una decisión muy dura, y él contestó: 'Duro es estar en lo que no se siente'. Con la misma fuerza y el mismo convencimiento que entró, salió."

Cuando en 1991 se funda la Orquesta Sinfónica de Sevilla, la figura de Castillo parece cobrar nuevo valor, y gracias a la orquesta estrena dos sinfonías, su Obertura festiva y el Concierto Sacro Hispalense... "Fue un plus para su carrera musical. Él le tenía mucho cariño a la Orquesta Bética, debutó con ella y con Manuel Navarro en el Teatro Lope de Vega. Pero la Sinfónica de Sevilla era otra cosa, era un salto de calidad que a él lo entusiasmó. La 1ª sinfonía era del año 69. Y en poco más de un año, entre febrero del 93 y mayo del 94, estrena otras dos. Él confesó que sin la Sinfónica seguramente no habría vuelto a componer una sinfonía".

Con la Sinfónica de Sevilla dirigida por Vjekoslav Sutej después del estreno de su '2ª sinfonía' en febrero de 1993 Con la Sinfónica de Sevilla dirigida por Vjekoslav Sutej después del estreno de su '2ª sinfonía' en febrero de 1993

Con la Sinfónica de Sevilla dirigida por Vjekoslav Sutej después del estreno de su '2ª sinfonía' en febrero de 1993 / Guillermo Mendo / ROSS

Los últimos años están marcados por la depresión y el progresivo aislamiento de toda vida musical y social. "Eso empezó con su jubilación en 1995, de la que se quejó amargamente, y luego se agrava con la muerte de su hermana Isabel, que era casi una segunda madre para él, en el otoño de 1996. Ahí empezó un proceso de aislamiento y de retiro de la vida pública que fue muy dramático. Todavía en 1997 recibe el nombramiento de Hijo Predilecto de Sevilla y estrena su Concierto Sacro Hispalense, pero poco a poco se va desconectando de todo". Ni siquiera se sabe con seguridad la fecha de su muerte. "Oficialmente es el 30 de octubre de 2005. La hija de su hermana Isabel, que era la que estaba encima de él, lo llamó por teléfono justo ese día, no respondió, también al siguiente y tampoco, lo atribuyó a casualidades de que lo hubiera cogido fuera por algo, pero ya al siguiente se presentó en su casa y se lo encontró muerto. Por eso en algunos sitios figura el 1 de noviembre."

Pasados esos años finales del siglo en que pareció crecer el aprecio por su música, la figura de Castillo va oscureciéndose, aunque recientemente algunas iniciativas editoriales, discográficas y de concierto, casi siempre encabezadas por sus antiguos alumnos, lo recuerdan de cuando en cuando. "En la presentación del libro en el Alcázar, Juan Luis Pérez dijo algo con lo que estoy muy de acuerdo: mientras un compositor está vivo, en España parece que hay una obligación de ofrecer su música, pero una vez que fallece es como si esa obligación se terminara. Y eso ha pasado con Castillo. De todas formas, el mismo Juan Luis, que está de asesor en la ROSS, me ha dicho que para el curso próximo piensan volver a incluir alguna obra suya en la temporada. Reivindicar a Manuel Castillo es una obligación de los músicos y aficionados sevillanos. En 2025 se cumplen los 20 años de su muerte, y yo quiero hacer una exposición, independientemente de que en 2030 se celebre el centenario de su nacimiento. Manuel Castillo podría haber hecho carrera fuera: la Sonatina había ganado un premio en Italia, en el 56 era catedrático de piano, en el 59, Premio Nacional de Música, en el 61 era Académico de Santa Isabel de Hungría, pero decidió quedarse en Sevilla, porque quería hacer de la ciudad un foco musical en España. Mi libro sólo es un acto de justicia".

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