restauración El Cristo de la Vera Cruz tardará en volver a su sede por las obras que se realizan en el edificio

Al rescate del patrimonio cofrade

  • Los trabajos de recuperación en la capilla del Cristo de la Vera Cruz han dejado al descubierto restos de pinturas decorativas en el interior de las hornacinas laterales del templo dieciochesco

La hermandad de la Vera Cruz continúa inmersa en las labores de restauración y mejora patrimonial de su sede canónica. La obra se encuentra actualmente en el noveno de los dieciocho meses que, según se prevé, durará la segunda fase de intervención y que corresponde a la restauración y rehabilitación de los altares y los revestimientos horizontales y verticales del interior de la capilla.

Los retablos laterales se encuentran en pleno proceso de recuperación, incluyendo la sustitución de algunas partes debido al deterioro provocado por xilófagos -insectos que atacan la madera- que han venido sufriendo a lo largo del tiempo. Gracias a esta exhaustiva labor podrán recuperar su aspecto original -con diferentes tonos en la policromía de cada uno-, así como diversos motivos dorados, perdidos bajo repetidas intervenciones desafortunadas. Igualmente se han descubierto inscripciones que permiten intuir la época decimonónica tardía en que posiblemente fuesen levantados los citados retablos, así como las hornacinas originarias previas a los mismos, decoradas con pinturas al fresco en muy deficiente estado de conservación. Los retablos serán readosados con un sistema de anclaje especialmente diseñado para impedir los ataques que han sufrido hasta ahora a causa de la humedad.

Cabe destacar el descubrimiento de un escudo de la orden de la Merced, una congregación que impulsó fuertemente el templo a principios del siglo XIX y veneraba a la imagen del mismo título expuesta hoy al culto en la capilla de los Desamparados. Esto vendría a reforzar los trabajos de investigación llevados a cabo en torno a este tema por el historiador local Fernando Mósig. Entre los hallazgos también se incluyen el suelo original de la capilla en barro -del que ha podido recuperarse una parte-, el escalón de acceso a la capilla y la piedra ostionera presente en basas y fachada, oculta hasta ahora tras innumerables capas de pintura.

Con el presente proyecto, la hermandad de la Vera Cruz también pretende devolver el esplendor al monumento, recuperando en la medida de lo posible todos los elementos que alguna vez formaron parte de su patrimonio y solo son recordados por aquéllos que tienen cierta edad. El programa incluye sagrario, mesa de altar, atriles, cruz y calvario para el retablo principal, vidrieras con el escudo de la hermandad, ángeles lampareros, óleos sobre las puertas de la sacristía, promesarios, lámparas de araña, glorias para todos los altares, bancos, megafonía para la capilla, vitrinas para la sacristía, cruz remate para la espadaña, faroles y escudo para el balcón de la capilla y puerta y clavos decorativos para la misma, entre otros elementos.

Pese a que la obra está financiada por el Fondo Social Europeo -y gestionada por la Junta de Andalucía-, los bienes muebles corren a cuenta de la hermandad, por lo que ésta organiza diversos eventos a lo largo del año para recaudar fondos, entre los que destaca la verbena celebrada con motivo de la exaltación de la cruz en mayo. Así mismo se está presupuestando todo lo necesario para que los hermanos y devotos que lo deseen puedan colaborar con su donación y contribuir de alguna manera al engrandecimiento esta capilla.

La capilla de la Vera Cruz es uno de los iconos más señeros de la ciudad. Sus orígenes se remontan a finales del siglo XVIII, cuando por iniciativa de Juan de Madariaga -marqués de Casa Alta- se donan unas tierras para construir una iglesia titulada Del Salvador, en lo que hoy conocemos como plaza del Cristo Viejo. El proyecto nunca llegó a buen puerto por falta de fondos, pero una capilla levantada en las inmediaciones del lugar -con vistas a cubrir temporalmente las necesidades espirituales de los vecinos del floreciente barrio del Cristo mientras duraba la citada obra- se siguió conservando para convertirse en sede propia de una de las hermandades más antiguas de esta ciudad.

Esta pieza de incalculable valor histórico para el patrimonio local ha podido conservarse durante más de dos centurias gracias a la perseverancia y buena labor de los hermanos cruceros. Su continuidad como testigo mudo de cara a futuras generaciones constituye una prioridad para el pueblo isleño, como así lo demuestra.

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