LÍNEA DE FONDO

Diego / Marchán / Dmarchan@grupojoly.com

La culpa va a ser de la camiseta

Mal estreno de la tercera equipación en Las Palmas, si llegamos a jugar de amarillo les metemos cinco

YA es mala suerte. Después de ganarle a lo grande al Poli Ejido con un juego de tiquitaca que ni el Milán de Sacchi, el Cádiz viajaba a Las Palmas lanzado para sumar por fin su segunda victoria consecutiva de la temporada. El rival, en descenso, era además el propicio para que los amarillos remontaran el vuelo y en un par de semanitas estuvieran ya codo con codo con el Numancia en lo alto de la clasificación. Nada podía fallar...

¿Cómo se explica entonces la derrota en tierras canarias? Si los futbolistas están implicadísimos, las decisiones del entrenador son magníficas y la moral está por las nubes, ¿cómo es que los tres puntos se quedaron en el estadio Insular? Después de mucho reflexionar, sólo se me ocurre que la única culpable de la derrota fue la tercera equipación que los cadistas estrenaron el sábado, que seguro que tiene gafe. Para los jugadores, que mueren con la zamarra amarilla , verse vestidos con una camiseta como las suplentes de River Plate o el Sao Paulo fue un palo muy grande y claro, se desorientaron los chicos. Calderón, por costumbre, sólo se fijaba en los de amarillo y se hartó de dar indicaciones a Trashorras y Nauzet, que como es normal no le hicieron ni caso.

Está claro por tanto que esa camiseta a rayas negras, rojas y blancas es la responsable de la derrota y de haber podido jugar de amarillo estaríamos hablando de una goleada a favor del equipo cadista. Menos mal que este año ya no tenemos que visitar a más equipos de amarillo, que si no... mejor salir al campo a pecho descubierto y con los números pintados con Titanlux en la espalda que llevar de nuevo esa camiseta maldita.

Este domingo ante el Elche, con la equipación de casa, ya será otra cosa. Con el poderío ofensivo habitual en los cadistas, su habilidad para el toque y la capacidad de reacción del banquillo, ese partido está ganado. Sólo esperemos que, cuando se confirme la victoria, el rival reconozca la derrota en lugar de marear la perdiz con excusas tontas.

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