PEDRO Sánchez, el jinete sin cabeza que galopa hacia ninguna parte, está jugando con fuego. Derrota tras derrota ha llevado al Partido Socialista a una crisis interna que no tiene precedentes en los últimos treinta años y que lo pone en riesgo de irrelevancia política. El PSOE es un agente clave en el modelo democrático español: es la formación que más tiempo ha gobernado en democracia, ha representado durante décadas los intereses de un importantísimo sector de la clase media española, ha sido clave en la configuración de España como una democracia europea, ha prestado servicios impagables a la cohesión nacional y constituye, o debería constituir, el único dique efectivo contra el impulso populista y radical surgido como consecuencia de la grave crisis económica que se ha desatado durante los últimos años. Todo ello está hoy en peligro por la obcecación de un líder que ha puesto sus propios intereses estratégicos por encima de los de su partido y, lo que es más grave, de los de su país. Si ayer pedíamos en esta misma columna su salida de la dirección del PSOE, hoy a la vista de su empecinamiento en mantenerse en el sillón por encima de cualquier otra circunstancia, no podemos sino mostrar comprensión por la oleada de críticas internas que su postura ha suscitado y entender que se pongan en marcha acciones para propiciar esa salida, algo que no tiene precedentes en la historia reciente del socialismo español. El PSOE necesita rearmarse ideológicamente y reforzar su proyecto político. Pero necesita, sobre todo, un liderazgo claro e indiscutido que ponga las cosas en su sitio en una situación política tremendamente complicada y que no hace sino deteriorarse semana tras semana. Tiene que hacer todo ello desde el lugar donde lo han puesto los españoles en las varias ocasiones en las que han sido llamados a las urnas en los últimos tiempos: desde una oposición responsable en la que vuelva a ganarse el respeto de los muchos españoles que le han dado la espalda. Al PSOE se le abren muchas incógnitas. Pero cuanto antes aclare su situación mucho mejor para ellos y para el país. Ayer, mientras Pedro Sánchez volvía a hacer alarde de encastillamiento y de no querer ver más allá de las puertas de Ferraz, la presidenta de la Junta y líder del PSOE andaluz, Susana Díaz, se declaraba dispuesta a colocarse "donde quieran mis compañeros, en la cabeza o en la cola". Es una afirmación que en las actuales circunstancias cobra un especial interés y que arroja ciertas esperanzas sobre lo que pueda pasar en los próximos días en el Partido Socialista.

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