Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Autoespionaje

HAY un aforismo de Antoine de Riverol delicioso y terrible. Se merecería la columna entera para él solo. Tal vez podría copiarlo muchas veces hasta ocupar todo el espacio, o -con más prudencia- ponerlo aquí arriba, en el lugar de honor del capitel. Dice: "No mientas nunca a alguien en quien desees tener confianza. Desde que le digas la primera mentira, te costará mucho creerle".

De fuste, nos servirá una anécdota. Como han observado ustedes, la genialidad del aforismo estriba en el hecho de que es el mismo mentiroso el que no creerá a la persona a la que ha mentido. La mentira es un bumerán. Rivarol lo dice sugerente y personal, pero nuestro refranero ya le había echado el ojo a lo bestia a esta ley psicológica: "Cree el ladrón que todos son de su condición".

Han sido los nacionalistas catalanes, cómo no, los que han venido a encarnar el refranero español al pie de la letra. Resulta que desde las filas del soberanismo se acusó al CNI, esto es, a los espías españoles, de haberse infiltrado en las asambleas de la CUP, donde se barajaba la suerte de Artur Mas, el que acaba de envidar a chicas con Puigdemont. Soltamos, entonces, una carcajada de nivel estatal.

Pero no habían perdido los nacionalistas la cabeza esa vez. Incurrían en un efecto reflejo análogo al detectado por el conde de Rivarol. Espías, haberlos húbolos. Aunque no eran del contraespionaje de Rajoy, sino del autoespionaje nacionalista, según informa El Confidencial. Y los mandó Mas, el mandamás. Que debe de sentir una imperiosa necesidad de espiarse, por si se descubre a sí mismo sus verdaderas intenciones y su plan, si lo tiene.

Los denunciantes, con todo, demostraron instinto. Fueron capaces de oler a espía. Percibieron vibraciones extrañas, movimientos sospechosos. Tuvieron una corazonada. ¿Cómo iban a deducir que eran autoespías? La suya fue una equivocación humana, muy humana.

Y muy refranesca: el confidente piensa que todos son de la misma condición. Y muy rivaroliana: el agente secreto siempre creerá que el que espía le está espiando. El mismo efecto, con consecuencias más graves, afecta a la ideología: los nacionalistas se piensan que todos somos nacionalistas (ese famoso "nacionalismo español" que ellos ven) y que les parece fatal (lo que es aún más curioso). Se incapacitan para entender otra cosa distinta: el patriotismo (que tampoco sería, en condiciones normales, tan difícil de comprender).

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