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Su propio afán

enrique / garcía-máiquez

Froilán y Simoneta

Diversos medios informan de las simpatías políticas de Froilán, que van a Podemos, el partido mutante. Teniendo en cuenta la edad, las costumbres y los hábitos intelectuales del chico, no tiene la menor importancia. Vale tanto como un esquinazo a uno de sus escoltas para tomarse una cerveza en un botellón, del que también es partidario.

¿Entonces para qué le dedico una columna?, preguntará algún lector, pasmado por mi falta de coherencia. En realidad, querido amigo, se la quiero dedicar a Simoneta Gómez-Acebo y, en el fondo, a un tic de nuestro mundo que sí es triste. La tía del muchacho de Podemos, no la de Pablo Iglesias ni la de Íñigo Errejón, que las tendrán, sino la de Froilán, Simoneta, nada menos, ha comentado así la noticia: «Si uno con 16 años no es revolucionario, no puede serlo con 80. Es lo que toca». Lo que toca Simoneta es mi moral. La deja, de hecho, muy tocada. ¿No podría haber tirado de ironía veneciana, y haber sugerido que, como Podemos propone el aprobado general o podría hacerlo, es lógico que su sobrino…? Pero viendo lo dicho, ¿supone ella que todos los de 16 años son o deberían ser de extrema izquierda? En realidad, esa frase no hace más que asumir y clonar la famosa de Willy Brandt: "Quien de joven no es comunista, es que no tiene corazón. Quien de viejo es comunista es que no tiene cabeza". Pero Brandt no era ni Aristóteles ni neutral, era un líder socialdemócrata, justificándose. Que una Borbón pata negra le compre la idea no hace sino demostrar hasta qué extremos la progresía se ha convertido en el único proveedor de ideas de occidente.

Aunque si analizamos mejor la frase de Simoneta-Willy y le rebuscamos un poso de verdad, todavía es peor. Porque es cierto que la juventud es la época de los ideales generosos. C. S. Lewis, en su libro Cartas del diablo a su sobrino, llamaba la atención sobre una paradoja: son los jóvenes los que más alegremente entregan su vida (que la tienen por delante) a una causa grande, mientras que los viejos se agarran, arrugados, a lo poco o nada que les queda. Tras la frase de Simoneta Gómez-Acebo late, implícita, la idea de que la generosidad y los sueños puros y la audacia están en la izquierda. ¿Acaso no podía el bueno de Froilán hacerse, no sé, carlista o pintor figurativo o misionero en Sierra Leona? Pero sólo ven romántica y atractiva a la revolución, y eso sí que es un error para echarse a temblar.

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