El comentario con más tirón ahora sobre política internacional es: "Los islamistas están igual que nosotros en la Edad Media". En un periódico anglosajón se ha podido ver este chiste: un yihadista de brocha gorda tacha el "East" de un cartel que reza "Middle East" y añade "Age".

No es una expresión feliz. Demuestra un profundo desconocimiento de lo que fue la Edad Media, que, por otra parte, duró tanto que no debería tomarse como unidad de comparación. Pero a bulto, ahí tenemos los claustros románicos y las catedrales góticas, el canto gregoriano, los cantos goliárdicos, los cantares de gesta, los cantos de la Divina Comedia, el Cántico de las Criaturas... Tampoco vale decir que "los musulmanes han vuelto a la Edad Media". Ojalá. Aunque con breves episodios de enorme virulencia, estuvieron a la última de la tecnología, de la ciencia, de la arquitectura, de la literatura y de la filosofía. Les debemos la transmisión de Aristóteles, la Alhambra de Granada, las rubayatas de Omar Jayyan...

Lo de ahora es perdidamente posmoderno. Borges dejó claro que es ridículo pretender ser moderno o no serlo porque todo lo que ocurre pertenece irremediablemente a su tiempo. El terrorismo islámico se financia con el petróleo, tan contemporáneo. Usan armas de última generación. Y no me refiero solamente a las armas en sentido estricto, sino también a las tecnológicas y psicológicas. Graban vídeos gore que distribuyen en la retaguardia del mundo occidental en cuestión de segundos gracias a la Red, minando nuestra moral. Conocen nuestros medios de comunicación de masas y nuestros miedos, y los explotan a su antojo. El uso beligerante de su natalidad y de nuestro envejecimiento es fenómeno también modernísimo. Como los medios de transporte, la inmigración, el autodestructivo complejo de culpa occidental...

Que no estamos en la Edad Media es tan evidente que da vergüenza dedicar un artículo a refutarlo. Pero no queda otro remedio porque resulta muy peligroso estar tan engañado. Y hay más: en la dichosa frase de la Edad Media tal vez anda implícito algo peor. ¿No se sugiere que el relativismo occidental es lo único moderno? Se sugiera o no, nunca está de más reafirmar, como explicaba T. S. Eliot, que sólo entendiendo, amando y defendiendo nuestros firmes principios fundacionales (cuyas raíces llegan a la Edad Media y más allá) podremos sostener de verdad lo mejor de nuestra cultura.