Al curricán

José / manuel / Serrano Cueto

pablo vega

HACE unos días fui a la emisora de Radio Arcoiris para una entrevista. En la salita de espera había un chaval con una guitarra. Me senté a su lado y noté pronto que era del sur. De Cádiz, para más señas. Por casualidades de la vida dos de los entrevistados esa tarde éramos gaditanos: el chico de la guitarra y yo. Nos presentamos y nos contamos nuestras cosas: por qué estábamos allí, esencialmente. No soy demasiado televidente y sobre todo no engroso la vasta audiencia de los talent shows, así que no pude reconocer a mi compañero, algo popular por un programa llamado El número uno, en el que había participado. El título de este artículo no deja lugar a dudas: me refiero a Pablo Vega. Me pareció un tipo simpático, humilde, "güenagente", como se suele decir por aquí, y me entusiasmaron sus ganas de salir adelante en el mundo de la música, yendo de aquí a allá, dejándose ver, partiéndose el alma por su pasión. Al saber de Pelucas se me ofreció a participar en alguno de nuestros actos, con lo que se demuestra su calidad humana y su deseo de salir adelante de buena manera.

Si reconozco que soy un ignorante en lo que a concursos televisivos se refiere, lo mío con la música moderna ya es de juzgado de guardia. No solo mi cultura musical se quedó anclada en los grupos de los 80, sino aún más allá, pues mis preferencias se remontan al jazz de antaño, en esencia, y juro que de casi todo lo de hoy no tengo la más pajolera idea. Sin embargo, como gaditano me embargó cierto orgullo al conocer a Pablo Vega, que tuvo a bien regalarme su CD Libélulas, con 12 canciones que suenan muy bien. A los fans de Pablo, que los tiene por tropel, no les descubro nada, pero espero que a quien esté tan perdido como yo le despierte la curiosidad, aunque su música llegue más y mejor a quienes experimentan por primera vez amores y desamores. Pablo tiene web, pablovegamusic.com, y Twitter, cómo no, @pablovegamusic, por lo que no es nada difícil ponerse en contacto con él para comprar su disco o contratarlo. Así que allí estábamos dos gaditanos, Pablo Vega y quien escribe, sentados en una radio madrileña, ambos con nuestras cosas, pero los dos con la mirada puesta en el sur, ese sur que nos engendró y del que por desgracia tuvimos que irnos para intentar cumplir nuestros sueños. Ese mismo sur al que siempre queremos volver.

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