MÁS de la mitad de los españoles adultos tienen sobrepeso u obesidad: el 53,7%, según la Encuesta Nacional de Salud elaborada por el Instituto Nacional de Estadística. El preocupante dato se ha obtenido tras entrevistar a una amplia muestra (26.502 personas) y lo causa principalmente el sedentarismo, que afecta al 41,3% de la población, unida a una ingesta de alimento excesiva respecto al gasto que ocasiona el escaso ejercicio que hace la misma. Además, dos de cada diez menores tienen más peso del debido, sean o no obesos. La encuesta refleja igualmente un importante aumento de enfermedades crónicas que tienen relación directa con la obesidad, como la hipertensión o la diabetes, que han crecido un 7,3% y un 2,9%, así como la prevalencia del colesterol en sangre, que se ha duplicado al pasar del 8,2% al 16,4%, las amputaciones o la ceguera. La propia encuesta señala, dentro de las reflexiones que hace al analizar los datos, que la obesidad va camino de convertirse en una de las pandemias del siglo XXI. De hecho, los expertos que han interpretado las respuestas consideran que es probable que el problema sea peor de lo que refleja la encuesta. Y señalan también que hay que ver la obesidad como un factor que determina todos los demás, desde la mortalidad por enfermedades cardiovasculares a la diabetes. Estamos pues ante un problema grave de salud y no meramente estético. No se trata de promover un canon determinado de imagen. No. Consiste en que es necesario corregir hábitos que la sociedad desarrollada ha adquirido y merman claramente la salud de las personas, lo más importante, y tienen un impacto directo en el gasto sanitario. El estudio ha determinado que las campañas realizadas hasta ahora en el ámbito sanitario para concienciar a la población de que mantenerse en un peso adecuado es una fuente directa de salud y una de las mejores formas de prevenir enfermedades crónicas de graves consecuencias a largo plazo. Y es que el problema, aunque afecte a la salud es un problema social y hasta educativo. Sería conveniente que el Gobierno se plantease la elaboración de una estrategia conjunta de la obesidad que tenga su plasmación en algunas de las reformas que tiene en marcha. Sin lugar a dudas, una esencial sería la nueva Ley de Educación. Es fundamental que formemos a la sociedad en la escuela en valores de alimentación saludable mucho más de lo que ya se hace. Otro ámbito inexcusable a abordar es la legislación de consumo, que debe ser mucho más estricta respecto a la composición de los alimentos y las bebidas, singularmente las refrescantes.

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