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De poco un todo

enrique / garcía / mÁiquez /

La muñeca

De niños nos preocupaba si llegarían los Reyes o no. Este año, de padres, si llegaríamos a los Reyes o no. ¡Y han llegado, han llegado más magos que nunca! A mi hija han traído, entre otras cosas, una muñeca, que pidió, ropitas para cambiarla, que también pidió, y una cuna, que no pidió. Hasta ahí, bien. Lo malo es la angustia casi moral, estética que esto ha supuesto para los pajes de sus Majestades de Oriente.

Ellos han aprendido, sobre todo él, que no todas las muñecas son iguales. Ni todos los trajes. Existen unos que hacen unas monjitas que, por lo visto, son preciosos -que viene de precio-. Y unas cunas de madera artesanales, que así cuestan. Sin embargo, como tocaban las economías que tocan ahora a los que tenemos la suerte de poder hacerlas, se decidió buscar una muñeca, unos trajes y una cuna más competitivos, esto es, más feos. La niña, se sentenció, no iba a notar la diferencia.

Y ahí empezaron mis noches torturadas, mis cargos de conciencia. Educar en el buen gusto es hoy más necesario que nunca. Si no nota la diferencia, tiene que aprender a notarla: la apreciación de la hermosura es una fuente de felicidad para toda la vida, y un sexto sentido moral, dicho sea de paso. Cierto que Ramón Gaya, autor de cuadros bellísimos, afirmaba sabiamente que se puede llevar una corbata fea… siempre que se sepa que es fea. Pero no voy yo a aguarle la mañana de Reyes a mi hija haciéndole notar que su muñeca no es monísima. Qué dilema.

En realidad, tiene que coger cariño a la muñeca no por hermosa, sino porque es la que esta mañana mágica ha entrado en la familia. Ésa es otra lección que no está nada mal. A su padre, sin ir más lejos, lo tendrá que querer por suyo, por la cuenta que me trae, no según los cánones estrictos de belleza. Con este planteamiento me voy animando, aunque no se lo voy a explicar a mi hija. Son cosas que ha de aprender solita.

A nosotros, con el 2013, nos pasa igual. Tendremos que cogerle cariño porque es el que nos ha tocado y porque va a ser el nuestro durante más de cincuenta semanas, pero alguno más bonito seguro que había. Menos mal que la espada que le han traído los Reyes a mi hijo sí que es esplendorosa (es de luz, el sable láser de La guerra de las galaxias) y además ya lo dijo el poeta Julio Martínez Mesanza: "Hay algo noble en todas las espadas". Con compasión y espadas seremos invencibles, o no, pero qué dulce y qué divertido.

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